La poesía de Edgardo derriba los insoportables muros del silencio. Los versos de Alarcón soplan con furia un leve fuego de nostalgias que le devuelven a nuestra boca el placer de una noche con calma. El escritor chileno comparte su belleza literaria mientras nacen flores nuevas que prolongan el aroma de la libertad.
1
El ciruelo se está secando en el jardín
Una sombra de pájaros
desprendiéndose de sus profundas grietas,
con sus brazos inclinados hacia el suelo, deshojado en
luz distante y fría,
descascarándose y solo, el ciruelo se está secando en el
jardín.
Con mi padre lo plantamos en mi niñez, y bajo su sombra
nos tendíamos
a oír el canto de los pájaros,
ay, árbol, amigo mío, desde mi ventana entreabierta
escribo tal vez el último poema, mientras veo solamente
hojas secas
en el viento; ya mi padre se fue navegando en el perfume
de tus flores
y mis sueños, y tal vez nosotros en este otoño tendremos
que seguir descalzos
bajo la lluvia, y en soledad, soñando con otra primavera.
El viento de las hondas quebradas entra en su débil
cuerpo de madera,
sopla con furia un leve fuego de nostalgias, y se apaga
el último amanecer
enredado en sus ramas.
Sus raíces retorcidas y en una actitud en calma,
sosteniéndose a una hebra de agua,
y un horizonte de soledades que muestra el triste
atardecer de su mirada
Desgarro de tinieblas
y su corteza aprisionada de polvo,
un naufragio de pájaros se aleja sobre los muros
tras los que vivió toda su vida.
Siempre hay paisajes borrándose en la lejanía de los
sueños,
el dolor hizo nido en sus nudos resinosos,
que conocen las difíciles tormentas de la vida,
con sus ramajes que empiezan a desprenderse,
cansados de esperar un sol nuevo.
El olvido
vuelve a deshojar los jazmines que lo acompañaban,
enredadera que trepaba por su tronco,
se sentían felices de compartir la hermosura de la
primavera,
instante en que las veredas se perdían entre las hojas de
niebla,
y así transcurrían los días que creía vivir, apoyado en
la ventana.
La soledad empieza a deshojar
hasta mis sueños más preciados,
y la libertad concluye en otras nostalgias que también se
deshojan,
hasta que un enjambre de voces nos quita este ropaje de
hojas muertas,
y nos volvemos tierra, para recibir otra vez la lluvia.
La poesía
con su generosidad le dibuja algunas hojas nuevas a su
madera,
y acerca las voces del boque a sus manos desnudas de
invierno,
amigo, la muerte no existe si aún nos quedan sueños,
y los jazmines vuelven a florecer en la desnudez de su
mirada,
y abandonamos sin miedo las sombras del olvido,
convencidos de que la poesía es una gota de rocío que nos
besa,
lluvia de amor que desciende de sus manos,
para ayudar a este árbol seco a levantarse entre la
niebla.
El deseo de amar
es otra vez una semilla
que pronto compartirá su belleza,
una forma de vivir distinta,
y depende de cómo ayudemos a un árbol herido
a confiar nuevamente en sus sueños,
y vuelva a sentir la tibieza de un nido
en que el piar de los polluelos lo despierten,
y empiecen a nacer flores nuevas,
deseosas de que alguien se emocione con su perfume.
La intimidad de mi madera
también ha vivido otoños difíciles,
en que todo se deshoja, incluso los sueños más íntimos se
escarchan,
y el miedo a abrir los ojos amarra nuestro cuerpo
a una hebra de tristeza, resina endurecida,
ausencia en esta tierra resquebrajada,
en que arrecian las tormentas, sin ver la luz,
imaginando el vuelo de los pájaros tras las cortinas de
esta ventana,
con el corazón ya seco de lágrimas.
La poesía
comprende nuestro dolor,
al ver las ramas secas y quebradizas,
sin poder oír el canto de los pájaros,
o sentir las manos tibias de mi padre tocando las mías,
y de pronto sentí el vuelo de las palabras
que abandonaron el silabario de hojas secas en que
vivían,
y me abrazaron, una noche de luna nueva,
y su tibieza fue desatando los pétalos de mis deseos,
y el fuego en las miradas, en desnudez soñada,
y el mágico temblor de nuestros corazones,
otra vez tocándose, al sentir que este poema estaba
naciendo.
(inédito)
2
Canto de tierra
La luz
nos busca bajo
el silencio de estos harapos muertos,
destroza las alambradas,
vuelve a nacer en espigas dobladas por el viento,
baja hasta el vientre oscuro de la tierra
y le arranca a la oscuridad de los huesos un sueño
y lo transforma en el canto de un pájaro
o en una casa de adobe con cardenales blancos.
Todos los sueños
regresan a la tierra,
se propagan en raíces,
y vuelven a renacer en las quebradas
como un canelo junto a vertientes de aguas claras,
es el viento cabalgando por su cintura de tierra,
el sonido de piedras que caen,
el rocío de su amor colgando de los helechos.
La poesía
derriba los insoportables muros del silencio,
convierte las cenizas en nuevos senderos,
dibuja otra estrella en el cielo ausente,
escarba y recoge los zapatos carcomidos por el miedo.
Devuelve el canto de los ríos a su corazón de tierra.
(Del libro Cantos de tierra)
3
El placer de las uvas
Las vides
se deshojan,
y quedan sus
cuerpos torcidos,
inclinados
hacia la tierra,
en una
silenciosa actitud de olvido.
Tal vez la
ventisca de otro tiempo arrastre la soledad
de estas
uvas negras, que olvidamos cosechar,
y exprima su
silencio en mis labios secos,
para que
este dolor se desprenda lentamente, lacerando la alegría,
recogiendo
la última gota de saliva que me queda.
Siempre es
el mismo color agreste de las uvas,
con sus
tonalidades degradándose en mis ojos verdes,
hasta hacer
sentir su desolado ocaso, hambriento de leves sueños.
Si tocan mis
heridas, las profundas quebradas de silencio,
se
encontrarán con una primavera atada a mis desvencijados huesos,
un rumor de
alas quebrándose, un vendaval de mariposas ciegas
que
emprenden un vuelo fugaz en mis pensamientos.
Solamente el
color gris toca mis dedos,
no puedo
ofrecerte la flor que sueñas,
siento estas
vides secas,
deshojándose,
torcidas de
dolor, fatigadas de tierra.
Una luz
imaginaria rompe las hebras que me sostienen,
la fantasía
de navegar nunca ha encendido el faro de mi memoria,
soy un
clamor de tierra que se abre deseosa de cantar tus sueños,
abrázame sin
miedo, amor, desnúdate,
que de las
sombras brote una parra con uvas nuevas,
un enjambre
de luz y sonido se desprende de mis arterias,
es un racimo
que se abre en la niebla, convencido que el amanecer aún existe.
El primer
contacto de sus hojas prolonga el aroma de mi canto,
el estío nos
ha desnudado, el color de las uvas establece un nuevo lenguaje,
la
imaginación hace flotar las sábanas en el aire, el placer se desprende
hecho rocío
o paloma blanca y en las oscuras quebradas ahora canta
un río de
aguas claras,
el racimo de
su cuerpo se desprende en silencio entre mis brazos
en un lento
amanecer de gestos y palabras.
Todo es posible
en estas
relucientes uvas,
lo que
deshoja el tiempo vuelve a brotar con una mirada,
las raíces
antiguas llenan de luz estos cercos,
traen
sonrisas de niños a esta casa de barro,
a estos
muros por los que asciende una parra con sus racimos maduros,
que
devuelven a mi boca el placer de una noche en calma.
(Del libro
Sentado en la acera)
4
Guitarras muertas
La vida
empezará a
deshojarse
cuando la
poesía tenga miedo de mirarnos desde las heridas,
es cierto
que el mundo muere y se renueva cada día,
que se
expande y comprime,
que el dolor
de un poeta es capaz de transformarse
en un pájaro
que interpreta una canción de libertad
sobre las
alambradas, hasta que amanezca.
De qué sirve
una guitarra quebrada
si no puede
compartir los sueños que habitan en sus cuerdas,
si no
imaginamos una luna nueva entre las ramas del árbol
cuya madera
sirvió para construirla,
melodías que
traen a mi memoria esos atardeceres
en que nos
juntábamos a oír la lluvia del sur
que desnuda
los bosques en el lejanía,
sin otro
afán de sentir la tibieza de nuestras manos,
el pan,
esa copa de vino
que nos
recuerda que nacemos para compartir la vida.
Soy
consciente
de que si
alguna vez la vida humana desaparece,
no será por
falta de agua, por una bomba atómica,
sino por la
pérdida de la generosidad, la escasez del amor,
la
incapacidad de compartir las cosas simples de la vida,
amigos,
deseo de que nunca, nunca llegue ese terrible otoño
que nos
despoje de esta la última
gota
de poesía.
(Del libro
Sentado en la acera)
5
El vuelo de los libros
Un aroma
a libros abiertos nos libera,
presagios de vientos nuevos,
donde las aves prolongan su vuelo, sin miedo,
y al final de una huella se abre otro sendero,
un campo de trigales que conocen sus sueños,
libres, en una hermosa danza de amor,
tan necesaria para seguir habitando la tierra.
La música emerge de sus hojas,
deseosas de unir todas las manos del mundo,
un poema dispuesto a recoger las voces perdidas,
a reconstruir un pueblo en la ribera de otro sueño,
y ver, otra vez, a los niños levantando sus brazos,
alegres, jugando entre los trigales
y los lirios perfumados que comparten sus sonrisas,
y en el corazón del hombre, que parecía
ensombrecido,
el maravilloso regreso de las mariposas azules,
con sus alas mojadas por el rocío de la tarde.
Una vez
que aprendamos el silabario del viento,
que viene a romper todas las amarras que asfixian al
hombre,
volveremos a vivir un legítimo amanecer en la
tierra,
con las manos del trigal abiertas a la luz,
una fértil cultura, creadora de auroras.
El amor
transformado en un libro,
con sus frutos humanos maduros de dicha,
deseosos de compartir la luz recogida,
y se desnude en esos rincones de sombras y
desalientos,
donde no era posible desanudar los crepúsculos,
y comenzar a vivir el viento de las altas cumbres,
hilar las alas de un amanecer distinto, más humano,
en que las palabras no sean estrellas apagadas
en el vacío de los pensamientos,
convencidos de que una mirada puede rehacer la vida,
savia de ideales milenarios,
poesía que se desprende y vuela,
dejando una huella de luz en el alma dormida del
pueblo.
(Inédito)
Biografía
Edgardo Alarcón
Romero nace en Sauzal (1960), un pequeño pueblo ubicado en la Provincia de
Cauquenes, Región del Maule – Chile.
Con formación profesional y académica en la Universidad de Talca, donde obtuvo el título de Matrón en 1984. Posteriormente cursó estudios en la Universidad de Concepción, titulándose de Cirujano dentista, en 1993 y la especialidad de Ortodoncia, 2005.
Miembro de la
Sociedad de escritores de Chile (SECH).
La Academia Chilena
de la Lengua el año 2008, lo nombró Miembro Correspondiente por la ciudad de
Curicó, institución en la que integró la Comisión de Literatura.
Ha publicado los
libros de poesía: Escritos en la arena, Editora Aníbal Pinto, Concepción, 1981.
Libertad en vuelo, Ediciones Mataquito, Curicó, 2001. Cantos de tierra, Ediciones
Mataquito, Curicó, 2006. Jarrón con lirios secos y otras acuarelas, Ediciones
Chequenlemu, Curicó, 2008, y Sentado en la acera, Ediciones Chequenlemu,
Curicó, 2022.
El libro “Cantos
de tierra” obtuvo el Premio Academia Chilena de la Lengua 2007, como el mejor
libro publicado en Chile.
El libro “Lirios amarillos al amanecer, la
belleza del silencio” fue finalista del XLI Premio Mundial de Poesía Mística
Fernando Rielo, España 2021.
El Libro “Cristo
del amor, tu eres mi refugio” fue finalista del XLII Premio Mundial de Poesía
Mística Fernando Rielo, España 2022.
Algunos de sus
escritos poéticos han sido reconocidos en Concursos de Poesía a nivel nacional,
entre ellos “Concurso Nacional de Poesía Universitaria, Primer lugar -
Universidad de Talca, 1983”. “Concurso Nacional de Poesía Laboral, Primer lugar
- Caja de Compensación Javiera Carrera, 1985”. “Concurso Nacional de Poesía
Stella Corvalán, Segundo lugar – Ilustre Municipalidad de Talca, 2004”. “Concurso Nacional de Poesía Oscar Castro
Zúñiga, Segundo lugar – Ilustre Municipalidad de Rancagua, 2005”. “Concurso
Nacional de Poesía Andrés Sabella, Segundo Lugar – Universidad Católica del
Norte, Antofagasta, 2006”. “Concurso Nacional de Poesía Gabriela Mistral,
Segundo lugar – Ilustre Municipalidad de Vicuña, 2009”.
Desde el año 2006, escribe en el Diario La Prensa de Curicó, un breve análisis del libro que he leído, incorporando datos biográficos del autor, como una forma de difundir su obra, y apoyar a la formación educativa de los estudiantes, que por lo general son los lectores de esta sección del diario. Comparte una referencia crítica “Colabora, habitualmente, en el diario La Prensa, con artículos literarios de grata factura y notable intuición crítica” Libro poetas del Maule, 2007, Matías Rafide B. y otros autores (página 283).
Junto a poetas
de las Región del Maule, en el año 2003, crearon la agrupación Cultural
Chequenlemu, que ha desarrollado una importante labor artística, para continuar
y enriquecer la tradición de las letras Maulinas.
Integra el
jurado del Concurso Internacional de Poesía “Ermelinda Díaz”, ciudad de
Quilpué – Chile. En el libro Ermelinda Díaz, dulce poetisa de nuestra tierra,
publicado por Grafía Ediciones, 2021, aparece uno de sus artículos “La poesía es la voz del amor…” que es
traducido al Mapudungun (páginas 27 y 28).
Correo electrónico: edgaralar@hotmail.com
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