Cuando leemos a David veremos una ruta, la ruta del instante, la ruta de la atención, despierta, incisiva, acuosa que anuncia un presagio lleno de exquisiteces y alegrías de un buen día.
No lo repetiré dos veces, pues su poesía es el agua que se convierte en vino y todos hemos sido testigos de la opulencia de sus letras, la que levanta hasta los caídos de una ciudad y los lleva al cielo literario.
No lo repetiré dos veces, pues su poesía es el agua que se convierte en vino y todos hemos sido testigos de la opulencia de sus letras, la que levanta hasta los caídos de una ciudad y los lleva al cielo literario.
"Leer mi vida -entre líneas- con perdedores y mentirosos ha sido uno de los mejores regalos que pude obsequiarme a mí misma.
En guardia y atenta"
Otep Shamaya
I
Curvando por el pasillo de nuestra casa… tú
responderías:
El color de las paredes, anuncian un presagio
adivinando ciertas letras escondidas en las fisuras, fisuras que llenan el plan infinito.
Y a nosotros mismos.
El color es un presagio
singular, único, autónomo,
que incita a tragarse, las palabras y arrebatos.
Zigzaguea por las rendijas del gran poema.
Las nubes se recrean en el mar
danzando con las torretas y el faro.
El color de las paredes, anuncian un presagio.
Una hoja de anturio te besa ávidamente,
el interior del agua te llama con deseo de nítida prisión.
El lento equilibrio del crepúsculo
confinan sombras finas, nuestras sombras.
Dime qué ave revolotea el sepulcro de estos mil días.
Nada quedo el verano... respondí.
II
Cuando amasaba el barro,
tú me hablabas del castillo de bastoncillos a mi oído.
Tiempo después en la cena, ambos friendo espárragos,
me contabas las exquisiteces y alegrías de un buen día
yo notaba el olor de algodón,
me hervía la sangre.
Ahora que me recupero del parto de la pantera -(en lo oscuro)-
he subido -exhausto- hasta el candelabro más elevado,
me he salpicado con la cera inevitable de este mi suplicio.
En otra habitación habrás de maldecir mi nombre... tres veces.
III
Era una tarde mansa en aquel Mesón:
El sol trenzaba una voz espesa,
los viajantes revolvían el aire con un gusto incontable y seco;
las palmeras callaban,
Tensa la arena, estaba expectante.
Entonces, un chillido blando y húmedo desunió el aire:
una enorme boca morada
-labios hinchados y ojos venosos-
fueron testigos de ese... mi escenario.
El suelo retumbaba asustado y perdido.
"El juego en que andamos" de Juan Gelman
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.
IV
El portero
Nadie vio,
ninguno observo tu entrada
estando allí de pie
entrando a la gran morada... al templo
Contigo,
Vino la guerra.
para hacer morteros y proyectiles
los soldados teñían en gris y verde
recogían los hierros viejos
y los caídos de la ciudad.
Fernandino,
el Gran portero,
le gritó a una soldado: acoge esto...
y le dio las llaves del templo.
mi templo...
Fernandino,
Por qué haz vendido las llaves del templo?
te lo dije al oído...
"En los árboles haz decaído la mirada,
tal como cuando heriste con tu espada al siervo"
Introduce esa espada en la vaina.
que yo sé a lo que vengo.
la haz metido ya... camuflada en una caja de sorpresa en el templo.
Fernandino.
Gran Portero.
amigo de reporteros y sanitarias.
Ahora debemos ir al cielo de la mano o con el garfio en lo alto.
iremos cruzando longevos espacios de esta morada.
pero antes bajaremos al infierno,
cavaremos juntos un largo túnel en el suelo y preguntaremos a las raíces y a los topos,
¿Porque ya no hay campanas ni paredes, Fernandino?
Ahora los pájaros... todos ellos han muerto.
¡Fernandino, escúchalo bien...
Todos tus trúhanes han muerto...¡
Sin embargo, señores, no quiero sonar desconfiado,
hablaremos en tonos grises azulados lo que habita en el templo, y Tú observaras mientras escribo una carta sobre las cosas en que creo, pero antes describiré mi templo:
En el templo... cae el Sol,
cae en el diluvio,
cae el estiércol;
no cae tu nombre Fernandino, donde embelese la blasfemia, las lágrimas y el asedio;
La guadaña y el viento, golpean la piedra redonda del amolador.
Gran Portero escucha mi monologo...
"Habrás de recoger la piedra redonda del viejo molino, elogiando con el hacha que derriba los
árboles y descuartiza los salmos y los versos, en la locura y en el sueño."
En el templo,
los caminos y la fiebre son algo en lo que también creo,
en el gas ingrávido, expansivo en que deletreo el nombre de quien usurpaste.
así como el reventar de los globos y el pulso en mi cerebro.
así es Gran portero,
Creo
en el agua convertida en vino,
en el rito, las indulgencias y en el culto,
en la sangre pintada en vino,
en el misterio y en la limosna...
Creo
en el trigo que se hace harina,
en la carne que devela al hombre justo,
en el cuerpo de una verdad a medias que camina entre los dedos.
Fernandino,
no lo repetiré dos veces
este ha sido mi credo y pronto será el tuyo.
tendrás que ir aprendiendo,
salivando letra a letra Gran Portero.
Fernnadino entraremos por la puerta que conduce al norte y saldremos por la contrapuerta del infierno.
El infierno Fernandino no es un fin, es un medio... ambos nos salvaremos por el fuego
y este no es eterno.
Aquí iremos todos como el hombre perverso, ese el de los ojos sucios, el maldiciente.
Fernandino,
voy sin hogar y sin reino
Sin canción, ni salmo,
Sin llaves y sin templo.
Hoy, llevo solo mi carroza
Con el llanto en el grito
Con el grito al veneno
Allí,
Solos,
Por primera y última vez
Apagaremos las luces de este infierno blanco.
V
No todos sentimos
Ni todos aceptamos el nuevo lugar que nos tienen preparado.
Veremos una ruta, la ruta del instante, la ruta de la atención, despierta, incisiva, acuosa
Pico de víscera, diamante extreño, halcón, ruta relámpago, ruta de mil ojos, ruta de magnificencia, ruta de línea que va al sol, reflejo del rayo vigilancia del rayo
ahora, ruta real envestida de lagos observas al forastero con su legión de frutos vivos cuyo remate es ese lugar que es todas partes y ninguna.
Biografía
III
Era una tarde mansa en aquel Mesón:
El sol trenzaba una voz espesa,
los viajantes revolvían el aire con un gusto incontable y seco;
las palmeras callaban,
Tensa la arena, estaba expectante.
Entonces, un chillido blando y húmedo desunió el aire:
una enorme boca morada
-labios hinchados y ojos venosos-
fueron testigos de ese... mi escenario.
El suelo retumbaba asustado y perdido.
"El juego en que andamos" de Juan Gelman
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.
IV
El portero
Nadie vio,
ninguno observo tu entrada
estando allí de pie
entrando a la gran morada... al templo
Contigo,
Vino la guerra.
para hacer morteros y proyectiles
los soldados teñían en gris y verde
recogían los hierros viejos
y los caídos de la ciudad.
Fernandino,
el Gran portero,
le gritó a una soldado: acoge esto...
y le dio las llaves del templo.
mi templo...
Fernandino,
Por qué haz vendido las llaves del templo?
te lo dije al oído...
"En los árboles haz decaído la mirada,
tal como cuando heriste con tu espada al siervo"
Introduce esa espada en la vaina.
que yo sé a lo que vengo.
la haz metido ya... camuflada en una caja de sorpresa en el templo.
Fernandino.
Gran Portero.
amigo de reporteros y sanitarias.
Ahora debemos ir al cielo de la mano o con el garfio en lo alto.
iremos cruzando longevos espacios de esta morada.
pero antes bajaremos al infierno,
cavaremos juntos un largo túnel en el suelo y preguntaremos a las raíces y a los topos,
¿Porque ya no hay campanas ni paredes, Fernandino?
Ahora los pájaros... todos ellos han muerto.
¡Fernandino, escúchalo bien...
Todos tus trúhanes han muerto...¡
Sin embargo, señores, no quiero sonar desconfiado,
hablaremos en tonos grises azulados lo que habita en el templo, y Tú observaras mientras escribo una carta sobre las cosas en que creo, pero antes describiré mi templo:
En el templo... cae el Sol,
cae en el diluvio,
cae el estiércol;
no cae tu nombre Fernandino, donde embelese la blasfemia, las lágrimas y el asedio;
La guadaña y el viento, golpean la piedra redonda del amolador.
Gran Portero escucha mi monologo...
"Habrás de recoger la piedra redonda del viejo molino, elogiando con el hacha que derriba los
árboles y descuartiza los salmos y los versos, en la locura y en el sueño."
En el templo,
los caminos y la fiebre son algo en lo que también creo,
en el gas ingrávido, expansivo en que deletreo el nombre de quien usurpaste.
así como el reventar de los globos y el pulso en mi cerebro.
así es Gran portero,
Creo
en el agua convertida en vino,
en el rito, las indulgencias y en el culto,
en la sangre pintada en vino,
en el misterio y en la limosna...
Creo
en el trigo que se hace harina,
en la carne que devela al hombre justo,
en el cuerpo de una verdad a medias que camina entre los dedos.
Fernandino,
no lo repetiré dos veces
este ha sido mi credo y pronto será el tuyo.
tendrás que ir aprendiendo,
salivando letra a letra Gran Portero.
Fernnadino entraremos por la puerta que conduce al norte y saldremos por la contrapuerta del infierno.
El infierno Fernandino no es un fin, es un medio... ambos nos salvaremos por el fuego
y este no es eterno.
Aquí iremos todos como el hombre perverso, ese el de los ojos sucios, el maldiciente.
Fernandino,
voy sin hogar y sin reino
Sin canción, ni salmo,
Sin llaves y sin templo.
Hoy, llevo solo mi carroza
Con el llanto en el grito
Con el grito al veneno
Allí,
Solos,
Por primera y última vez
Apagaremos las luces de este infierno blanco.
V
No todos sentimos
Ni todos aceptamos el nuevo lugar que nos tienen preparado.
Veremos una ruta, la ruta del instante, la ruta de la atención, despierta, incisiva, acuosa
Pico de víscera, diamante extreño, halcón, ruta relámpago, ruta de mil ojos, ruta de magnificencia, ruta de línea que va al sol, reflejo del rayo vigilancia del rayo
ahora, ruta real envestida de lagos observas al forastero con su legión de frutos vivos cuyo remate es ese lugar que es todas partes y ninguna.
Biografía
David Sánchez Santillán (Quito, 1981).
Abogado
y Doctor en Jurisprudencia. Fue miembro del Taller Literario “Nueva
Generación” en la ciudad de Quito, en 1996. Premios obtenidos y participaciones
poéticas: Jornadas Poéticas. “Arte, música et sapientia”. Primer Premio.
Colegio Jesuita “San Gabriel”, 1998. Quito. Premio Nacional.-Concurso Nacional
de Poesía “Gonzalo Escudero” Primer Premio. Sociedad Ecuatoriana de Escritores
S.E.D.E. 2004. Participante en el Evento Internacional “Poesía en Paralelo
O”, 2011; Participación en el evento “Poetas 2014”, organizado por la
Prefectura de Loja y la Casa de la Cultura “Benjamín Carrión”, núcleo de
Loja. Consta en Antologías Nacionales. Ha publicado "El Origen de
los Rostros" 2010; "Sempiternal" 2015, "Dans Le Noir"
E-Book 2016,"El Revés en el Espejo"en conjunto con el poeta
Cubano -Americano Manuel Adrián López, 2017, "Diversivas" 2018,
Editorial El Conejo; "Líneas en Blanco", 2019.
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