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Mostrando entradas de noviembre, 2021

Gaby Sambuccetti (Argentina)

La poesía de Gaby nos aborda con cuidado, con esmerado diseño. Su verso es tan fuerte que explotan en nuestras hojas dejando caer la espina.  Su historia nos besa, se hace fuego, se convierte en frase inspiradora. La poeta se vuelve rosa y muchos de sus pétalos esconden esa belleza inusitada. Mi vulnerabilidad Escribo en una oficina, mirando a mi jefe con seguridad. Guardo todos los archivos, digo, una y otra vez, “Estoy bien, gracias”. Camino por un pasillo con un tubo de luz amarillento y de bajo consumo sobre mi cabeza. Mañana me van a despedir o voy a ser bulliada o acosada. La frase inspiradora de mi taza dice que hoy fue bueno, pero mañana va a ser mejor. Mi jefe no quiere que sea fuerte como él, pero después de haberme tenido que reconstruir, una y otra vez, ya sé que nada es más fuerte que la vulnerabilidad. Algunas veces, solo quiero darme un beso en mi propia frente antes de quedarme dormida. Mi coraje Imagínate un cuarto lleno de gente rechaz

Amalina Bomnin Hernández (Cuba)

La poesía de Amalina es como Guayaquil y sus altas temperaturas. Sus versos regresan a mí sin anestesia, lleno de olores, empleando la palabra hasta que nada nos falte. La poeta hace volar el alma como una cometa y la aterriza entre los brazos de sus lectores. Bomnin llega a la escena dándole sentido a las cosas que antes no la tenían. Invierno en Guayaquil Se hace largo el invierno en Guayaquil Un trozo de galleta cae al suelo Y no alcanzo a saber si vive un mago en casa O es la escena en que regresa a mí Y habría aquel corto de ficción que nunca terminamos.   Se hace largo el invierno en Guayaquil Porque alguien dispuso que altas temperaturas Serían propicias para ahuyentar la enfermedad Mejor parar la sed, las fiestas, los parques Mientras les teledirigimos el deseo, los roces.   Se hace largo este invierno en Guayaquil Si calculamos que este nombre concluye con la muerte Que prometieron villas y castigos con tal de desarmarnos Dividimos andamos, eso sí, todos con una agenda en la c

Dancizo Toro-Rivadeneira (Ecuador)

De la poesía de Dancizo brontan en multitud arroyos.   Sus versos se agitan con frescura del borde al fundamento, es cuestión de echarle tiempo al fuego. El poeta desata la claridad del día y la materia oscura durante la noche, para que la historia se abra violenta con envergadura ante la belleza. El néctar de su palabra, da la sensación que baña la piel sobre leños que purifican la nostalgia hasta devolver la algarabía.   Ave lucífuga la sombra El ciclo de un pájaro efímero fue la envergadura de tu ninguna masa, umbroso pétalo que ensanchas el lomo y repliegas los élitros con alternancia diurna.   Tu péndulo que agita con frescura los arándanos saciados del sol también divierte al Boletus y a la hormiga. Hasta la hierba más rala es por ti motivo de grandeza.   Lo grávido para ti, sombra, fue el nombre pues decir es, como el sol, hacer el día y al nombrarte ¿qué sombra de ti enciende?  ¿Qué árbol, bajo tu árbol, derrama tal silueta?