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Damari Rivera Alicea (Puerto Rico)

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  La poesía de Damari cautiva entre llantos y rezos. Sus versos electrizan los gemidos al no hallar una salida al corazón. La palabra de la escritora Rivera ruge entre los vientos convirtiendo la desazón en una hermosa sensación de esperanza y alivio. Hemos de habitar entre sus dudas y certezas.   Septiembre Afuera los vientos rugían como la panza de un monstruo. Adentro, los miedos se tejían como los hilos de un mantel. La tensión del mal tiempo aplastaba los rostros de mis viejos. De fondo el sonido ensordecerte de la radio, simulaba un rosario  al que se adhieren por la fe.   “Ya está de regreso el ojo”    Mi cuerpo tieso tropezaba con los cubos. Un cálido alivio se asomaba con el olor del Chocolate Cortés. Afuera el huracán Hugo se llevaba mi casa  y adentro el avance del tiempo me trajo la regla; ¿por qué me suena a castigo? Ya soy mujer.     ¿Es amor? Cuando te recuerdo, mis pechos se electrizan. Ese momento en que mis manos sostenías

José Ernesto Hernández (Puerto Rico)

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  La poesía de José Ernesto ata, arropa, entierra. Sus versos se vuelven llamaradas que incendian el paraje de la abstinencia. El escritor guarda un espacio donde yacen los cimientos del amor y otras pieles. Su inspiración embriaga la soledad y su compañera, la melancolía.  Cada vez que te veo así con tu mirada de abandono ebria de soledades y melancolías, un taciturno enamorado de la nostalgia encuentro que no existe  asombro ni espanto en tu rostro lánguido pero, dentro casi en los huesos  en la fuente primordial de la lágrima  yacen unos cimientos  que se estremecen al derramarse  una gota de la miel del dolor,  al romperse el cristal del amor, al caer una hoja inútilmente,  sobre mis manos torpes, al sentir una herida ajena  sanar en mi piel,  al construir un poema  que no me reconoce como poeta. Cada vez que te miro  busco en tus palabras el sendero donde van de la mano  el verso lastimado  y la caricia anhelada que se abren dolidos y alegres  por un pétalo al viento. Cada vez que

Porfirio Salazar (Panamá)

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Foto: Casa Bukowski Internacional La poesía de Porfirio estremece y florece todo el tiempo. El escritor Salazar devora con su talento el espectro radiante en toda la dimensión de la palabra. Sus versos abrazan y consuelan la vida como canto y dulzura, como fuego que arde en el corazón de sus lectores. Donde duermen las horas Viene la vida durmiendo como un dormir durando, llena de villorrios y plazas, con sus escribas que esperan la navidad de la muerte. Viene, y ya pasaba.   Sabemos que otros nos están mirando, que son parte del juicio, de nuestra consumación. Elegía del olvido Como unos ojos de nieve que me buscan, como un espectro radiante que nos mira, me busco en todas las muertes escondidas y me pierdo en el ayer perdido.   Como una mano trémula de espasmo, como un brazo de rocío en la mañana me toco, como si esas manos pudieran ser las ansias, como si esas manos ya no fueran mías.   Beso las rosas y los mirtos de mi huerta y hallo, nuevamente, la misma vida m

Armando Madiedo (Colombia)

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  La poesía de Armando devora adjetivos hasta desordenar el tiempo. El escritor Madiedo es el dueño de las metáforas, ese es su as bajo la manga. En sus letras hallaremos los sueños que se pintan con crayones y ese deseo que se enreda con la sonrisa del lector. Selección de poemas del libro “Llegué tarde a todo” (2017) Ediciones Exilio.   Llegué tarde a todo The ball I threw while playing in the park Has not yet reached the ground. Dylan Thomas   Sabes, no aprendí a patear un balón, sino cuando ya no era importante. Nunca me ensucié las manos lo suficiente, faltaba polvo, creo que un poco de barro, para que no se notaran tanto mis lágrimas. No hice amigos con quienes recordar el pasado, y si los tuve, los olvidé a la vuelta de dos años, por otros tontos o tantos, que me volvieron invisible con el tiempo.   Sabes, no aprendí a volar cometas, sólo sueños que pintaba con crayones y luego guardaba para que no se mancharan con mis esperanzas. Te