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Mostrando entradas de junio, 2021

María Macaya Martén (Costa Rica)

  La poesía de María poco a poco nos persuade con su dulce labia melodiosa. Sus versos se mecen sobre la quietud de una cordillera blanca, el camino se despliega y los secretos llegarán a nuestros oídos. La importancia de su palabra hace adherir los cuerpos, mientras la poeta escribe sin pedir disculpas. De aquí nacerán miradas que se crucen con sus textos y quien sabe su efecto nos deje inmóvil.      Viento inmóvil El cuerpo parece una momia. Está tapado por sábanas como cordillera blanca que es monstruosa columna vertebral, a lo largo de un país hecho exclusivamente de nieve y viento.   Pero este robusto monumento a los occisos no es más que el soplo de un segundo flojo, a las once y cincuenta y nueve, en una cama de hospital.   Un juego de toallas enrolladas le sostienen la cabeza y le cierran la quijada. No hay diferencia entre la tela de las mejillas y la palidez de los paños. El rostro es desierto y helado como cráte...

Rubén Darío Buitrón (Ecuador)

La poesía de Rubén Darío sostiene el alma, vibra desde adentro. En sus versos se acortan las distancias de una letra con la otra y encontramos todas las palabras como ritual de bienvenida. Buitrón propone la perfección al punto de que sus poemas son las olas que se forman en nuestros océanos, mientras nuestro pulso vuelve a la calma. Búsqueda Busqué entre las búsquedas. Persistí. Busqué entre las palabras, las sílabas, la distancia de una letra a otra. Busqué sin encuentros ni hallazgos, sin pistas ni huellas, extraviado de ti, extraviado de mí, extraviado en qué buscaba,  extraviado en qué olvidaba, extraviado en qué deseaba. ¿Qué quise de ti que no hubiera en mí? ¿Qué historias, qué cotidianidades, qué memorias, qué inexistentes recuerdos? En el reflejo de una vitrina intenté  encontrar la imperfección de lo exacto, la exactitud de lo perfecto, la búsqueda del reflejo en la vitrina. Inútiles observaciones del olvido. Absurdos desafíos de la memo...

Pedro Licona (Colombia)

La poesía de Pedro agita las comparsas. Sus versos se zambullen en nuestros oídos con historias alegres y otras que cambian de color. El poeta Licona inquieta los cuerpos con sus letras de luz, quienes reclaman redención por sus buenos recuerdos. El placer no contempla engaño, por eso en los textos del poeta su encantamiento no se interrumpe  Se estremece la piel de la dama Hermosa hija de la ciudad desamparada Donde las puertas de la noche cambian de color.    Los  hombres le retiran la máscara luego del temblor del pasado verano. Los citadinos saben de los delitos que rondan la oscuridad De los cuerpos antes inquietos Ahora congelados por el frío Con un extraño dolor sonoro que se empeña en recorrer las calles Cuando la soledad hace un brindis, se  desnuda Y  corre luego en busca de su luctuoso abrigo.   Bajo el toldo de la noche se viste la dama Allá afuera se agitan las comparsas Zumban  las llantas de los carros ...