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Mostrando entradas de octubre, 2020

Daniela Orbe (Ecuador)

La poesía de Daniela sueña despierta y baila al compás de su ritmo.   Orbe contiene sus secretos entre versos, aquellos momentos se enredan en sus anhelos. En sus letras volveremos a florecer,  somos testigos de la vida. No importa si lloramos o le gritamos a nuestros demonios, en sus palabras la poeta nos conecta con la esencia de nuestras raíces porque llevamos la huella de nuestra historia escrita en nuestra alma. Vida ajena Desde lo alto de mi ventana soy testigo de la vida. Veo siluetas pasar. Diversos seres, diversas vidas.   Cada uno baila al compás de su ritmo. Se enredan en sus anhelos. Y sueñan a su manera.   Todos tan diferentes, Diferentes pero iguales a la vez.   No se dan cuenta de ello, Tal vez ignoran el lazo que los une. Tal vez olvidan su conexión a la vida.   Más en mi ventana me encuentro, Siendo otro ser más. Un testigo más. Apreciando la vida ajena, Figurando la mía con la de los demás. Recuerdos Los llevamos con nuestra esenc

Yesenia Espinoza Román (Ecuador)

La poesía de Yesenia asecha la cordura. Sus versos provocan el perfume del deseo, pero en la otra esquina evoca a la soledad que se viste de duelo.  Sus letras acarician el sensible cuerpo mientras el viento viaja buscando la noche besada y quien sabe que otras cosas. HIJO Sensible cuerpo como nardo marchito convaleciente.     NUBE Entre las montañas obscuras Viaja la novia del viento llorosa, tibia, blanda y sutil.     OCULTA Soy la basura Escondida en la esquina de la soledad.     NOCHE BESADA   La noche lluviosa Acumula la avidez, El beso Asecha la cordura.   Tú, pensativo, Ella, incitadora, Él, sigiloso, Yo, nerviosa.   La noche lluviosa Provoca el perfume del deseo, El beso Acerca los cuerpos.   Tú, rechazado, Ella furiosa él saciado Yo confundida.   La noche lluviosa Resuelta a calmarse, El beso Jura frecuentarse.   Tú besas los labios del cielo, Ella saborea los de un mortal, Él acaricia los míos, Yo lloró por aquellos.       SILENCIO Mi garganta está de duelo:

Cecilia Pontorno (Argentina)

La poesía de Cecilia es la canción que estalla en el cuerpo. En sus versos nos volvemos vértigo, y andamos por los caminos del viento. La palabra desaparece, se construye un poema, las flores adornan la copa llena de sabiduría y las sabanas desnudas se vuelven furia y tristeza. Solo queda el barro entre los dedos, el rumor de un beso, pero Pontorno sabe, que cuando veamos caer las hojas del otoño, sus letras serán el aperitivo para el final del día. Urgencia   La tierra sabe que huí , que salté charcos, que dormí con el barro entre los dedos. Hablo de mí, profunda de tanto hundirme.   Me volví furia y  tristeza, entregué mis ojos a los ciegos, vi la muerte mía. La canción me estallaba en el cuerpo, la ofrecí como un poema.   Salté, caí de rodillas, me rompí las piernas. Ya no me pido ser lo que no puedo. A veces me lloro.   Volví al vértigo, al silencio, al miedo temblando. Alcé los huecos de mis ojos y oculté mi plegaria en un pájaro