Ir al contenido principal

Lizbeth Ponce (Ecuador)


La poesía de Lizbeth tiene un andamiaje indestructible. Sus letras te elevan en un instante, escribe como bordando en las olas los más bellos versos. Para quien el amor se irá siempre y de nuevo volverá, su legado será invisible para los comunes pero reales para quienes se desviven por el prójimo. Ponce nos llevará a tierra húmeda, donde tendremos minutos para pecar y se convertirá en una escritora que cautiva.

Amores compendiosos
Hay amores inalcanzables,
que mueren antes de nacer.
Quiméricos.
Utópicos.
Amores que sin meditación alguna
surgen de improvisto;
sin estándares
ni protocolos.

Cuando el amor surge así,
debe quedar así.
No se busca.
Se encuentra.

El amor no tiene
presente
ni futuro.
En cambio, en el pretérito
se esconde el único amor.

Y te eleva en un instante
y te estrella eternamente
y te mata con recuerdos
y te revive con silencios.

El amor se irá siempre.
Y de nuevo volverá. 

Lamentaciones recias
Pido perdón a diario...

Invisible para los comunes.
Real para quien ama.
Ser invisible,
divisado con el corazón.

¿Por qué pido perdón?
Porque le fallé.
¿Rabia?
¿Egoísmo?
Miedo.

Es raro verme con una sonrisa fingida.
Aprendí a camuflarla.
Mimetismo de dolor.
El perdón y las sonrisas son antagonistas.

Pido perdón
con palabras recias,
No me perdonará.
Le fallé hasta en el lecho de su muerte.
Tampoco yo supe perdonarlo.
Hoy sólo queda repetirme un:
 “Perdón imposible”,
aunque necesario.

Minutos para pecar
Vi el atardecer
y el horizonte en sus pupilas.
Pupilas marrones.
Pupilas, como la avellana del cappuccino que él tomaba después de…

Qué extraño era ver sus ojitos dos horas al día.
Dos horas, donde yo era libre como una gaviota;
gaviotas que van en bandada, pero,
se liberan al momento de cazar.

Sí, cazar.
Eso estaba haciendo con él.
No me tachen de perjura.
¡No!
Pero, ¡qué ojos! ¡qué mirada!
Obnubilaban el sol.
Y a la arena
Y a la mar
Y a las nubes.
Y también a la moral.

Cuando una mujer quiere cazar,
sólo debe sonreírle a la presa,
Pero mi presa era distinta,
aquello me cautivaba más.

Presa de rostro pueril,
de alma valetudinaria; impar.

Dos horas me bastaron para pecar.
¡Sí! pecar;
pecados mudos,
pecados impenitentes.

No me mires como una pérfida,
Al final, no pasó nada.
No tuve el ímpetu de una gaviota,
porque al término de dos horas,
él se esfumó.
Se esfumó, como se esfuman las ilusiones;
como se difuminan por el calor,
los rostros en un muelle pesquero.

La costa de un adiós
La fotografía no reemplazó
tu ser.
Ese, que la cobardía
me arrebató súbitamente.

Así como la brisa golpea un rostro,  
así de lacónico,
así de efímero,
fue el adiós.

Veo sonrisas,
muecas,
lágrimas,
y una foto,
pero jamás siento tu fragancia,
tu aliento;
la comisura húmeda de tus labios
bordando en las olas
los más bellos versos para mí.

Sentada a la costa de un adiós,
Encuentro tu imagen en la brisa del mar,
la suavidad de tus abrazos en el agua,
la textura de tu pecho en la arena húmeda.

La cobardía que me arrebató tu hálito,
te revive a diario en
cada amanecer y,
al anochecer,
por otro lado,
narra, agónica, tu tragedia.

Y llora la playa.
Y lloro yo también.
Por haber sido verdugo.
Y por haberte dejado solo;
absorto e indefenso y,
de pie frente al mar.

Soledad en el pórtico
Siéntate en tu pórtico y disfruta de la soledad.
Una vez que la conoces,
nunca te abandona.
Se impregna en tu ser;
es una contigo.
Amiga magnífica que no pide nada,
pero recibe y almacena.

Tiene un andamiaje indestructible.
Acumula tus sentimientos en un silo,
no se embute y,
luego…
¡Explota cuando estás apunto de olvidarla!

La soledad es celosa.
Te envuelve,
No afloja.
Se enamora de los sujetos más fuertes y, 
los convierte en seres dóciles y susceptibles.

La soledad te entiende,
es tu amiga,
tu confidente,
tu amante,
Es la única que se sentará contigo en el pórtico,
sin juzgarte. 

Biografía
Lizbeth Ponce, 13 de noviembre de 1996, Quito Ecuador. Hija única de padres Quiteños y con raíces Cuencanas. Cursó sus estudios en el Colegio Nacional de Señoritas “Hipatia Cárdenas de Bustamante”, sus estudios de pregrado los realizó en la Universidad Central del Ecuador donde se tituló de Licenciada en Ciencias de la Educación mención Ciencias Sociales, se encuentra cursando sus estudios de posgrado en la Universidad Andina Simón Bolívar. Es docente por vocación y por convicción. En 2020 publicó su primer libro de poesía, “Reminiscencias en la Costa de un Adiós” en la Editorial PlumAndina, su obra pertenece a la Colección Sierra, en colaboración con otra escritora nobel. Está iniciando en el mundo de la poesía y lo describe como un refugio de la realidad circundante a ella.
Su pasión por la literatura nació al leer los textos de Julio Cortázar, Jorge Luis Borges y su predilecto Ray Bradbury. Una de las fuentes de inspiración de Lizbeth es la hermosa provincia de Manabí, la cual durante su adolescencia tuvo la oportunidad de conocer esta provincia donde descubrió su amor por la historia y la arqueología. Anhela seguir publicando libros de poesía y novelas, pero también de historia, para redimir nuestro legado patrimonial.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Karina Gálvez (Ecuador)

La poesía de Karina es aquella perla que brilla en la noche. Sus versos se convierten en caricias que maniobran a rienda suelta hasta convertirse en nuestro centro de gravedad. Su voz abraza sobre lienzo y lona, llevándonos al remanso de la fantasía donde se galopa de rosa en rosa y donde el poema se convierte en piel. Derramará ríos de prosa para llevarnos a lugares en los que nunca estuvimos, entre el alma y el deseo, llenando madrugadas hasta que el secreto se vuelva luz. Amazona Él, con su amor, me ha raptado como a Antíope raptó Teseo, y una guerra ha desatado entre mi alma y mi deseo.   En vano elevé mi pelta para huir de su mirada, pues sus ojos traspasaron cual sol entre mis pestañas.   Como Hipólita, ceñí en mi vientre un cinto lleno de magia, que él maniobra a rienda suelta en todas nuestras cabalgatas.   Y es que, igual que Belerofonte, sobre Pegaso revuela.  Sus alas, que lo hacen libre, me vuelan a una luna llena. ...

Paula Andrea Pérez Reyes (Colombia)

La poesía de Paula Andrea es la llama que danza sobre las melodías de cada momento. En sus versos se ha despertado mi deseo y encuentro vida. La escritora Pérez Reyes suspira sobre sus corrientes y mantiene encendida las palabras, los gritos y las líneas de nuestros cuerpos. Me refugio en su escritura para escapar hasta llegar a otro aire, otro tiempo. Ela sobre la laguna de Estigia A Gustave Doré que sigue en la barca Ela va en la barca sobre la laguna de Estigia Ela suspira sobre sus corrientes  Y en un vaivén de venenos para prolongar el recorrido  encuentra  un alma atrapada en una esquina de la barca. La vida es una débil llama que danza las melodías de momentos  Ela es una vela que se mantiene encendida  alumbra sobre la laguna de Estigia El tintineo de las monedas hace contraste entre las moradas de la tierra y el mundo del olvido. Esta noche no viene Flegias Esta noche no nos visitará Caronte Esta noche Ela deja los cuerpos ...

Lorena Salazar Suquilanda (Ecuador)

La poesía de Lorena parece que vive en el viento. En sus versos es posible explotar desde adentro y perder no solo el juicio, también el aliento. Vamos por la vida tropezando entre líneas viendo a la poeta Salazar recoger el asombro y escribirlo a la intemperie mientras saboreamos el cuerpo de su texto. En el vilo de sus manos, su palabra se atreve. La odalisca No puedo pedirte que no te marches, Los fantasmas de mi closet,  se cuelan en el tiempo  y dicen a gritos  que la noche  será espesa  y fría si te vas.   No puedo atreverme a no tocarte. Caminar ingenua en tus lagunas  y arriesgarme a no beber Acampar en tus fangos Abismos estridentes Bañar mis manos  deshabitadas si te vas.   No puedo escribirte sin dejar de saborearte Encontrarte en el olor a tamarindo Imaginar tu lengua aleteando como abeja Posándose en mis flores  abiertas al rocío Gotas frías Evaporadas Si te vas.   ...