En la poesía de
Luis Enrique los secretos del mundo son revelados. Sus versos son la brújula, la mano traviesa, el boleto para viajar a las estrellas. El poeta artesano nos enreda a su tiempo
y sentimos que lo esquivamos todo, excepto su lado humano, su alegría y su
extraordinaria manera de escribir. Es hora de tomar el primer vuelo, en una
ruta llena de letras en la que Mora tendrá por siempre nuestra admiración y respeto.
Primer vuelo
I
Es tarde, el viento sopla
los
venados respiran el último vagón de horas de sol
tengo
por cometa el alma
por
hilo el corazón.
Volar
a ti
enredarme
en tus cabellos tibios
a tu
cielo,
hasta
que el viento
me
empuje a un costado de tu vida,
no
rompas el hilo que une y separa
costuras,
miedos, amenazas.
Vienes.
Vas
volando
II
Estoy
hecho a tus antojos.
Debiste
ser artesana del papel
matizando
mi cuerpo de colores.
Debiste
ser costurera
zurciendo
tu corazón al mío
y
remendando las horas
en
un sonoro abril de eneros
en
un manojo de lirios
en
una tarde de arlequines tristes.
Debiste
ser alfarera
para
amoldar con gusto
mi
barro humano al vaivén
de
tus sonoras caderas.
Debiste
ser vida y muerte:
matarme
una vez,
vivirme
eternamente.
Recojo
entonces mis hilos consonantes
en
tus manos de traviesa ardilla,
con
las que me formas, coses y acaricias:
alfarera,
costurera y artista.
No
trises más el hilo
empujado
a un costado de tu vida.
Cometa
el alma. Hilo el corazón.
Tomado de: “ESCRITO
PARA VERTE NUNCA MÁS”
Autor: Luis
Enrique Mora
Año de
publicación: 2018
Editorial: El
Ángel Editor
Fatal
Me dedico con
futura insistencia al presente.
Al mañana lo
evado con frescura,
me limito a dar
razones severas
pues el pasado
está crecido de panteones.
Ayer maté a un
hombre.
Lo digo sin
vergüenza.
Lo repito con
venganza.
Manché con óxido
mis manos
y al despertar:
una duda,
un
presentimiento,
tan veloz como
la vida.
Me inclino al
sueño para olvidar sus ojos
pero la madera
de sus permanencias
hace calentar el
frío en mi memoria.
Anoche maté. -Lo
recuerdo-.
Imprimí mi firma
en su epidermis
y palpé el
azúcar de su infancia
implorando con
manos salvajes su continuidad.
Mi vez no tuvo
principio ni final.
He arrancado la
vida a un hombre
y no estoy ni
triste ni feliz.
Seguro que
después vendrán a verme.
Interrogarán mis
huesos.
Vendrán los
muertos de los que estoy feliz.
Tan contento pero
triste al fin.
No tengo escape.
Puedo decir mi
nombre:
esa muerte
que me cobra,
puedo decir que
fue un hombre
y también que
fue mi sombra.
Tomado de: “ESCRITO
PARA VERTE NUNCA MÁS”
Autor: Luis
Enrique Mora
Año de
publicación: 2018
Editorial: El Ángel
Editor
El viajero
Las piedras no me dejaron ser geógrafo.
Los mapas me negaron su dominio.
Tenían razón.
Me permito ser brújula averiada.
El tiempo es una cascabel que lo esquiva todo.
La flauta del encanto ya no sirve.
Todos siguen engañados.
Como una máquina de feria donde
salen boletos para viajar a las estrellas.
Yo, aún más inocente,
creía que a las estrellas se llegaba por el cielo.
Amo las piedras raras.
Su insolencia.
Su voluntad enamorada.
Nunca pude viajar más lejos que ahora.
Con azules mapas de esquizofrenia
y una maleta llena de sextantes.
Pero con la brújula, cada vez más averiada.
Tomado de: “ANTOLOGÍA POÉTICA POESIA EN PARALELO CERO –
11 ENCUENTRO INTERNACIONAL DE POETAS EN ECUADOR 2019”
Autor: Luis Enrique Mora
Año de publicación: 2019
Editorial: El Ángel Editor
Nosotros los del barro
Fuimos
vasija penitente
coro de
alabanzas mudas
reventando su
calcio vital entre las piedras
y en ellas los
secretos del mundo tuvieron pies
-los perdieron
de tanto rodar el tiempo
fueron patas de
liebre
alas de
minerales quemados por los tiempos
angostos-.
Antes que al
fuego naciéramos
las piedras
iluminaron cerros y montañas
-en un parto sin
luz vieron el día-.
Fueron
las prematuras
de una superficie de nada y todo
en la memoria de
un Dios indispensable.
Calizas y pómez
infinitas,
mármoles y
obsidianas,
basaltos y
guijarros mudos,
arenas y
pedregales juntos,
polvos viudos de
azules cantares
de trovadores y
corales.
Soy piedra y
camino los roqueríos ignotos,
sobre agua y sal
que me faltan y me sobran
por sobre las
catedrales de los duendes
desafiando sus
torpezas y vicios.
Los fractales de
los que estoy hecho
se derrumbarán
por relojes mudos y fríos,
recorrerán
parques y avenidas
cantarán con
pianos, fresas y manzanas,
desnudarán
palomas de plumas tristes
les pondrán
nombre a las estrellas
y cazarán olores
de mercado.
Barros de todos
los mundos.
Piedras venidas
a mí;
amorfas y
figuradas, puras y mestizas
sin azar ni afán
de prejuicio.
Piedras ciegas
mudas y sordas
-sombras
elementales de todos los suelos-
en todas las
memorias
alborotadas y
pendientes
del viaje
siguiente
al polvo o al
exilio
al azar o al
olvido.
Tomado de: “ESCRITO PARA VERTE NUNCA MÁS”
Autor: Luis Enrique Mora
Año de publicación: 2018
Editorial: El Ángel Editor
La venta loca
Vendo versos en esta
esquina.
En esta esquina los vendo.
En esta esquina los vendo.
Cortados esta mañana como
redondas sandías.
Hágame el gasto.
Hágame el gasto.
Mis versos no saben que los estoy vendiendo.
Sólo están.
Como los perros que trabajan modelando ropa de perro.
Maniquíes de pelo y
pulga.
Sólo están.
Mis versos son paraguas y aguaceros.
Toallas húmedas para lagrimones,
papel higiénico estampado de las más finas nostalgias.
Mis versos son paraguas y aguaceros.
Toallas húmedas para lagrimones,
papel higiénico estampado de las más finas nostalgias.
Caserita:
Cómpreme estos versos en atados y racimos.
Hágame el gasto, la piel y sus deleites.
La blancura de mis huesos.
El canela de mi dermis enmohecida.
El mercado no es un lugar para vender estas cosas.
Tampoco los portones de universidades ni afuera de los ministerios.
Debo buscarle otro oficio a mi esqueleto.
Caserita venga a probar mis versos.
Los hay de humanidad y de alegría.
De madera también los
tengo.
De aquí y de lejos.
De todo precio y variedad.
Pruebe los de amor y desprecio.
Dos por uno le he de dar.
De aquí y de lejos.
De todo precio y variedad.
Pruebe los de amor y desprecio.
Dos por uno le he de dar.
Cambiaré mi retórica.
-Vendo versos light y baja azúcar-.
Versos en figuras de verduras y ensaladas.
-Vendo versos light y baja azúcar-.
Versos en figuras de verduras y ensaladas.
Enconfitados y marinados en
cada palabrita.
Aún me queda llena la canasta de ellos.
Debo buscar otro lugar.
Cuando salga la misa.
Cuando sea hora de almorzar.
Caserita: no se vaya,
cómpreme los versos.
Le doy mi sangre de yapa
si me paga con sueltos.
De tanto gritar la
voz se me ha vuelto un estropajo.
POEMA INÉDITO
Autor: Luis Enrique Mora
Parte de un trabajo de
compilación en curso.
Negación
Dios
juega con nuestros caminos.
Los engulle y los vuelve a escupir.
Se nutre de nuestras demencias.
(Yo nunca he jugado a ser Dios)
Quiero evacuar este lego de avión por las alas,
por las plumas,
por el pico.
Irme.
Como el viento cernido por vitrales
que me abra el pecho un par de nubes.
No tiene caso quedarme.
Mi jardín sigue vacío.
Los engulle y los vuelve a escupir.
Se nutre de nuestras demencias.
(Yo nunca he jugado a ser Dios)
Quiero evacuar este lego de avión por las alas,
por las plumas,
por el pico.
Irme.
Como el viento cernido por vitrales
que me abra el pecho un par de nubes.
No tiene caso quedarme.
Mi jardín sigue vacío.
A Dios se le ha perdido
mi expediente.
No me reconoce.
No me reconoce.
POEMA INÉDITO
Autor: Luis Enrique Mora
Parte de un trabajo de
compilación en curso.
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