La poesía de Martha es única, íntima, ritual. Nuestra alma líquida arderá
en el mar de fuego porque sus versos entrarán a nuestras vidas como una voz que
pierde el miedo a morir. El libro es un hecho imperecedero y sus letras tienen
ese olor que deslumbra más persistente que los sabores sagrados. Hernández
invocará a la naturaleza, y su espíritu libre vencerá el pánico que pueda
producir la mortalidad; en su palabra tendremos esa sensación de seguridad.
Cabeza rodeada de flancos bovinos, Francis Bacon
El Macao
a ti pensé invocarte
a ti pensé invocarte
te levantaste y me echaste encima tu tristeza
la tristeza me acercó a ti y me deslumbré en ti
pero sabía que estabas resucitando con chispazos
que yo no podía invocarte por provenir de una generación tosca y miserable
a ti pensé quemarte
te levantaste y me pusiste la boca en tu tristeza
la tristeza me acercó a ti y me deslumbré en ti.
Autorretrato, Francis Bacon
Habla la poeta al Macao
entró en mi vida como un caballo
entró en mi vida como un central
entró en mi vida como un espíritu
porque entró y me agujereó toda
porque entró y me abrió en dos
porque entró y parecían lilas
porque entró y parecían estalactitas
entró en mi vida como una voz
entró en mi vida como una tercera lengua
entró en mi vida como un erizo
y mi vida se derrumbó
y mi ruina se quebró
porque entró y salió dando alaridos
aún busco comprender lo que sienten los caballos
uno dentro del otro
como desgarrados por la mortalidad
como levitando por la mortalidad
es mediodía en el trópico
¿cómo una piel todavía conserva el olor a quemado 100
años después?
La quemadera
(ensayo rítmico sobre la tupición)
quémalo ahora quémalo sin miedo quémalo
con rigor pégale fuego por el culo
ponle candela encumbrada fogata pira de
vellos y sangre quémalo sin miedo
quémame ahora quémame sin miedo márcame
el culo con la chispa
humo ceniza pellejo cuando
todo se ve quemado pierdes el miedo a morir
quémale ahora quémale sin miedo rigorismo de antorcha sobre el ojo
asqueado melancólico condenado humo carbón lava pégale
fuego
quémalo ahora quémalo sin miedo quémalo
con rigor pégale fuego por el culo.
A la naturaleza sólo se la vence venciéndola, Francis Bacon
Quemadera tupidera
quémalo
Quema al macao ahora. Después me tendrás lástima o me tendrás asco o te
aburrirás o me abandonarás. Quémalo ahora y eso será memorable, será
performativo, será único, será íntimo, será ritual. El gesto de quemar es un
gesto demasiado teatral. Del mismo modo que las fábricas son absolutamente
teatrales. No sé para quién se escriben las ideas quemadas o las ideas máquinas.
Pero se escriben con la misma frialdad que se escribe el teatro. Quémame en el
horno de gas. Quémame en el garaje. Quema el hilo y quema el número. Quema mi
olor. Los olores son más persistentes que los sabores. Las almas son más
nauseabundas que los estómagos. Quémame con fósforos. Quémame en la hoguera.
Los libros que han sido pulpa y no fueron quemados son como un fantasma
vengativo. Quémame en venganza de aquellas pulpas que no han sido vendidas.
Quémame y échame la culpa de tu mancha y de la peste. Porque si no quemas al
macao ahora es porque en realidad ya te doy lástima, ya te doy asco, ya te
aburro, ya me abandonas y te sientas con los pies en alto, apagas la lámpara,
no entras al cuarto de hotel para que un pintor dibuje tu retrato y nunca
escribes un Ensayo sobre la quemazón. Al quemar no se deja una huella. Al
quemar no se pierden los rastros. Quémalo ahora, te pido, quémalo. Pero no
digas nada memorable, sólo quémalo y dedícale un gesto paternalista y zonzo
sobre el teatro ruso, eso, algo memorable sobre el teatro ruso, siempre es
bueno citar sobre la ampolla quemada. Porque ni la literatura ni la lectura son
sagradas. Los gobiernos no son sagrados. Los que censuran no son sagrados. Los
censurados no son sagrados. Yo soy irremediablemente pagana y merezco ser quemada.
Madre sabe de la combustión. Padre conoce de la tupición. Quémalo todo, quema
el fracaso que fue y el fracaso que no ha sido. No quiero pedirlo de este modo
infantil y rítmico. Pero es que le doy muchas vueltas a la protesta. Una
subasta es irresoluble. Tu alma es líquida y arde. Quémalo, te pido, no es una
obra, al quemarlo, documéntalo, a ti nadie te manda, pero hazlo, tómate una foto
y envíamela, así estaré orgullosa de ti, porque me has puesto en el paraíso de
los quemados. Quema al macao ahora. Quema ese cuadro, poeta, quítate el miedo.
quémalo
Dos figuras, Francis Bacon
Dos figuras, Francis Bacon
Tupidera quemadera
macao
Cuando quemaste al macao pronunciaste un conjuro imposible. Lo quemaste
descuidando tu obligatoriedad con el servicio de la cultura: un libro es un
hecho imperecedero. Cuando quemaste al macao me llenaste de preguntas
insignificantes sobre la producción. Ahora vivo en la improducción. Cuando
quemaste al macao me hiciste arrepentirme de mis crímenes y de mi hongo en la
uña izquierda del pie. Cuando quemaste al macao me hiciste olvidar al pintor y
al director de teatro. Lo quemaste con esa experiencia pedagógica de servir al
hombre, a su perpetuidad humana, y sin escribir jamás el ensayo sobre la
tupición que prometiste, le prendiste candela para justificar tu crueldad.
Cuando quemaste al macao me pusiste en el suelo de piedra. Me tocaste por
lástima, por piedad, por miedo al fracaso que vendría. Tu respiración sobre
estas páginas. Tu tacto y la pigmentación de tu piel y tu aliento. Tu mirada.
Le metes candela. Quemadura por quemadura. Quemadura sobre quemadura. A veces
me imagino un volcán en medio de Guantánamo. A veces me imagino un volcán en
esta página. Los cuerpos incendiados lanzándose al mar. El mar de fuego. La
fábrica improductiva de los destupidores y hacedores que quieren reírse con el
macao. A veces te imagino quemando al macao en el infinito, acaricio tus ojos
en el suelo de piedra y hablas de mi futuro sin leerme, sin comprarme, sin
fecundarme, sin pensarme sola en una habitación con el tríptico. Es un original
y no será subastado ni quemado. No has quemado al macao por la tozudez.
Conversaba con mi madre sobre los volcanes, la única apertura al magma
originario, el único esquema de goce que se repite entre mis piernas, el
espacio en el que la deformación de un rostro, expresa la inmensa indiferencia
que sentimos ante la muerte. Encima de mí parece que te ahogas de la risa.
macao
Biografía
Martha Luisa Hernández Cadenas | Martica
Minipunto. Teatróloga, poeta y performer.
Ha publicado el poemario
Días de hormigas (Ediciones Unión, 2018), Premio
David de Poesía 2017, y Los vegueros
(Colección Sureditores, 2019), Premio Bienal de Poesía de La Habana. Mereció la
Beca de Creación Prometeo de La Gaceta de Cuba por su obra, Una ópera china. Premio Franz Kafka de
novela 2020 por la obra, La puta y el
hurón. Ganadora del Premio de ensayo La Selva Oscura por su investigación Notas de un simulador. La crítica teatral de
Calvert Casey (1960-1965). Ganadora del Premio de Teatrología Rine Leal por
su libro ESTA OBRA HABLA DE TI Y DE MI.
Ensayos para (des)a(r)mar la experimentación escénica en Cuba (2012-2018), ambos
en proceso de edición.
Entre su obra reciente se encuentran los
performances Nueve (2017), Extintos, aquí
no vuelan mariposas (2018) y No soy
unicornio (2019); las intervenciones La
última ópera china (2018) y Las
fundadoras (2019).
Fundadora de la editorial independiente
ediciones sinsentido,
dedicada a escrituras transgresoras y noveles.
Mantiene su columna literaria Pucheros,
en Hypermedia Magazine.
@_martikminipunto | malu_cuba@yahoo.com
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