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Roberto García de Mesa (España)



La poesía de Roberto pretende seducirnos, como a la flor. En sus letras nos dejaremos guiar por el silencio, respiraremos  porque el equilibrio no necesita tiempo. Los versos acortaran las distancias entre un principio y un fin, en cada espacio el lenguaje abrazará la metáfora. Encontraremos la libertad que será nuestra piedra angular y nos embarcaremos en un viaje donde el poema recuerda un paisaje ciego. Su texto retumbará en nuestra memoria como una voz escondida en el exterior mientras el viento golpea nuestro rostro como el único idioma que nos conduce por el camino de la madurez.  

Memorias de un objeto, I (2001)

Este cuaderno se inicia aquí, donde lo invisible encuentra su signo. Ya nos explicaba Italo Calvino que existen ciudades escondidas que crecen en círculos concéntricos (Olinda). Fijemos un punto invisible. Otro vacío. En ese lugar habitaremos la acción poética. Acción es movimiento preciso y puro… jaiku: Bashô, Onitsura, Kiorai...

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Mi objeto siempre está dibujado /              / La sombra es artificio como “la luz no usada” de Fray Luis de León.

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Interrogar las distancias de los objetos, ubicar su movimiento.
Así, la tensión entre dos líneas, entre un principio y un fin.

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Como si fuera un estornino descrito por el Conde de Lautréamont, mi objeto se proyecta en todas las baldosas, dibujando círculos lumínicos. Creo contestar a mis palabras cuando perfilo sus contornos. Ernesto Sábato sugeriría que “es antagónico”; Eugenio Montejo, que “su único idioma quizá lo sepa el viento”.

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Mi objeto siempre representa un movimiento invisible repleto de caídas y ascensiones.

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Mi objeto pertenece a las cosas que no inventamos.

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Mi lenguaje implica la negación de la negación de la negación... La resistencia se construye con la continuidad de los objetos. Añadimos el sentido de Michel Foucault: “el espacio es en el lenguaje de hoy la más obsesiva de las metáforas”. Erijo esa acción en piedra angular de mi equilibrio.

El equilibrio no necesita tiempo.

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Reivindico de Manet su negro. El vacío no debe ser luz. El negro concluye en sí mismo. La palabra es cobarde como la luz.

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El poema recuerda un paisaje ciego, una voz escondida en el exterior. Mis pupilas son dos cenizas pasajeras, dos heridas en el espacio. “No hay que multiplicar los seres sin necesidad”, nos inspira Guillermo de Ockam.

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... azular y planchar todos los caos.
César Vallejo

El silencio de Tabaiba es blando. Las nubes cuelgan como tijeras, arañando el mar. El pescador necesita recoger nubes. Lanza, raudo, para atraparlas, su brazo de caña. Me dejo guiar por el silencio de esta costa. Recuerdo la sinfonía número tres de Henryk Górecki.

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Se extiende un alba sobre la mesa marina. Lo respiro. La isla se encuentra sitiada por el miedo a lo inexacto.

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La cúpula del cielo esconde la isla. Encendido su telón, acoge mi objeto, se funde en la bruma y “olvida su azul”, matizaría Maïakovski. El viaje más largo lo hallaría al contemplar las pisadas de un naufragio.

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Me reduzco a un grano de piedra de ese silencio naciente.

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Mi objeto duerme con el bullicio. Su cuerpo se pacifica a convulsiones, como el arte más abstracto.

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Cuando la poesía es miedo... fijar, fijarse. Recuerdo a José Ángel Valente: “estar aterrado es estar completamente lleno de tierra”. No retengo mi libertad sin el temor a convertirme en mínima experiencia. Mi amigo Miguel Ángel Galindo pudiera completarme: “He soñado aquel desfiladero en que mi cuello era / La palabra abrasada de la madre”.

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Cada palabra posee multitud de fantasmas. Pretender seducirla, como a la flor, hasta fingirla. Sus pétalos, espectros que se consumen al hacerse huida.

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El viaje se deshoja en la imprecisión. Mi conflicto entre dos vacíos, sin escala, a tientas, aguardando... Entre ellos, la simplicidad.

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Mi objeto, prisionero amordazado, repliega sus alas en busca de un hueco sin color. Mi objeto es una gran máquina que carga su combustible de ojos. Mi objeto rota sobre sí mismo, formando una antagónica elipsis.

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Pensar en poesía no es pensar en filosofía. Me expongo linealmente, geometría dinámica indefinible, en suma. 

Biografía
Roberto García de Mesa es poeta, dramaturgo, narrador, dramaturgista, ensayista, filólogo, comisario de exposiciones, director de escena, artista visual y músico. Es licenciado en Derecho y en Filología Hispánica y Doctor en Filología Hispánica. Tiene su propia compañía de teatro. Ha publicado más de cincuenta libros de poesía, teatro, narrativa breve, ensayo, conversaciones y ediciones críticas, como, por ejemplo, Memorias de un objeto, Oblivion, Nausinoos, Sobre la naturaleza de la fragilidad, Apuntes teatrales, La señora Blume, Teoría de los ocho movimientos, Outside, Hamlet Post Scriptum, La edad del frío. Conversaciones con Antígona, Cinco ensayos sobre poesía escénica, La poesía en el teatro, la pintura en la música, Fractales, El teatro de vanguardia en Canarias (1924-1936), Conversaciones con Rafael Arozarena, entre otros títulos. Obras suyas han sido traducidas a varios idiomas.

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