Fredy
nos invita a su mesa. La poesía de Ruilova es la manifestación simétrica de los
cuerpos. Su obra tiene la felicidad intacta, es el camino que se nos atraviesa
en la mirada. Su palabra será la ofrenda del festivo polvo de amasadas ternuras,
el fuego del otoño que devora con cautela de un bocado la imagen. Mientras
leemos iremos recogiendo las caricias invisibles a las locuras que callan los
espejos.
El amor se percibe
El
amor se percibe en la puerta del corazón
en
las bisagras de piel de la palabra
perfumada
en la cintura del agua
como
tu boca dulce en donde se revientan ascuas
con
olores de violeta en los caminos
de
la noche de un errante otoño.
Mimado
corazón en el sosiego vesperal
ofrenda
del festivo polvo de amasadas ternuras
que
se duchan en el huerto de las estaciones
como
castañas de amor consumado
por
la armonía de la luz, por la semilla encendida
en
los balcones voluptuosos donde las mariposas
se
desnudan para el retrato del sol.
Una
serpiente pestañea, cierra mis ojos
y
se revela tu imagen original
enredada
en una manzana.
En torno a la mesa
Caminan
cinco o seis palabras
En
los platos. En el agua el miedo
Hace
burbujas o agujeros
Como
en una madriguera,
Una
polilla rememora en la escalera
El
árbol de la alquería que fue talado.
Mi
nieta da brincos en la mesa como en el patio soleado
Se
cansa y mira agitada el pequeño jardín
Y
el nido de un mirlo. Para ella
El
mundo es “ancho y ajeno”
Como
la del insecto en la tierra
Delgada
abonada con gotas de suspiros para que crezcan
Como
su inocencia
Sin
lamento las flores de la begonia y las ramas
Del
único árbol de cedrón que allana la sed nocturna
Arbusto
escalera silenciosa para la cita con la luna.
La
sonrisa es tan humana como la pereza
Y
reímos en la penuria cobriza de los muros
En
la eufonía de las puertas que se abren
Y
cierran desafiando la monotonía del día.
Paseamos
por el patio con lenta y callada astucia,
Nos
enredamos en sus grietas
Y
nos hechiza la hierba que ha brotado
En
un camino que a diario jamás
Nos atravesó los
ojos.
Sombra y silencio
Las
tapias del patio son un cuadro que miramos
Sin
la fugacidad cotidiana, es una obra
De
teatro que resplandece.
Todo
es una dulce caravana de adviento:
Las
piedras, las flores, los árboles,
La
sombra, el sol, el cuerpo, la voz,
La
sombra, el sollozo y el crespón de la noche.
La
sombra y el silencio en todos los rincones
Su
peste tediosa que nos harta
Como
una soga en la garganta
Como
una espada que sentencia.
La
casa cuidada y los platos limpios
Relucientes
alas del pavo real
Intacta
la felicidad con los enseres en su puesto
El
polvo moribundo es una nostalgia
Un
astro que extraña la escoba
Y
la aspiradora.
El
embrión de la ameba.
Aunque
la palabra con escamas
Nos
enerve con la lluvia de alcohol y cloro
Que
han roto los tejados y sangrado las goteras
Nos
llegan hasta el cuello en espejos
De
cansancio. Recados a diestra y siniestra
Aislamiento
temporal con polen de nicotina
Como
el flagelo de un piojo en la nuca.
Tus manos dibujan un paisaje
La
calle tiene la forma de una nota musical
Que
se derrite, de esas que se escriben en la pizarra
Con
manchas de cal a los costados
Y
las huellas de unas manos inventadas,
La
calle tiene piedras molidas
Que
sin darnos cuenta más las trituramos
Cuando
se descuelga una lágrima apagada
En
el jardín lineal de tus labios puntiagudos.
Y
el dorso de este empedrado suelo abarca solo dos cuerpos,
¡Qué
raro! Mi cabeza presa en tu cabeza,
Cuando
conversas, tu aliento cautivo con mi aliento
Cuando
respiro en la única ruta que me lleva a tu boca.
En
la nube diagonal de un sol abierto.
Tus
manos dibujan un paisaje en mi cabeza
Mi
índice un signo secreto en tu rostro,
El
sol vertical inflama el paisaje
Y
el viento se lleva tus manos y el secreto
En
un dorado florecer de un violín en tus pupilas.
No
escucho tus palabras
solo
una música suave de sandalias
Como
si se quedaran enzarzada entre los dientes
Emigran
para posarse en el sonoro arbusto violeta.
Inquietas
melodías que toman su camino
Transfiguradas
en el último silencio de este recorrido.
Tu
sonrisa al ritmo del fuego del otoño
Que
devora con cautela de un bocado tu imagen.
Sentir
Tu
voz
Mi voz
Surco
continuo
En
la elipse de la bahía
Coro
etéreo
Manifestación
simétrica de nuestros cuerpos
Como
cuando abre sus alas un pelícano
Como
un proverbio rasante sobre la superficie
De
las aguas.
Tus
caricias
Mis caricias
Progresión
inversa
En el camino del
sol
Se
diseccionan en la frazada de la arena
¿De
dónde viene la gente como serpentina de espuma?
del
fuego de la roca de la playa
De
dónde salió el sol quemado
entre
las nubes violetas incendiadas.
Por
qué canta la ola solo en murmullos
Es
que dejó la voz colgada en las muletas
Quien
recoge tus caricias cuando te despiertas
El
vino con su aroma escondido en la copa.
Quien
recorta los cuernos de hielo
El
cuchillo que mira a otro lado
Como
cuando la luna taja su luz,
En
la carretera las cometas son torbellinos de sombra
Como
las cenizas que se despegan de una nube,
Tus
caricias son agujas brillantes
Porque
tiritan en la escaramuza de mis labios.
Las
manos son guardianes de la sangre caliente
Porque
son centelleos en mis tensados nervios.
Se
desploman en mi pecho tus ojos alambicados
Como
candiles bordados de mariposas
Dejas
mis brazos con acrobacias doradas
Para
que devore en mi agonía tu boca azucarada.
Invisible
en la locura de los espejos.
Biografía
Fredy Rolando Ruilova Lituma. Nacido en Azogues,
Provincia del Cañar, Ecuador, el 12 de noviembre de 1956. Abogado. Miembro de
la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo del Cañar. Ganador de varios
concursos de poesía provincial: Segundo premio: I Concurso Provincial de Poesía
“Edgar Palomeque Vivar”. Primer premio: II Concurso Provincial de Poesía “Edgar
Palomeque Vivar. Primer Lugar en el III
Concurso Provincial de Poesía “Edgar Palomeque Vivar. Premio Único V Concurso
provincial de Poesía “Edgar Palomeque Vivar”. Libros publicados:” Rostros
Innominados” (2018). “Encuentro de Vértigos” (2019). Colaboración en la
antología “Piedras” Biblioteca Virtual de Argentina (2020).
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