La poesía de Luis Eduardo es el viento suave que mecerá los cuerpos para aferrarse a la piel de un nuevo invierno. Barraza escribe hasta donde alcance la memoria y el café amargo. En sus versos encontraremos lo inusual de la materia y la lágrima sin lágrima que lo denuncia. Sobreviviremos a la luz intratable, a los desórdenes con frases seniles, a lo tóxico de saberse instruido y nos será revelado el esplendor de la luz de un poema en movimiento en el que dejaremos de ser invisibles y fugitivos. Los siguientes poemas pertenecen a su libro inédito llamado Impaces.
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Uno
entonces se pregunta agazapado en el residuo de su propia orina
si así van
las cosas
sobreviviéndose
al rescoldo de sus años
y propinas-gracias
incubado en
la medialuna de sus ojeras
y los
viernes por la tarde
desordenando
con frases seniles
el vals de
los zamuros
y la
revelación de una baraja sobre la mesa
de lo
retrete inaugural
y su fijeza
de entraña
junto a un
pocillo mordiente de porcelana
el amargo
intuido de los hilos barbados del café
hacia dentro
que va
tejiendo
y sin
súplicas de anzuelos
las rameras
horas del retrato que uno es a las 4 en punto de los patios contra la pared
o en medio
del papel
y la luz
intratable
y a tientas
/ subordinado a la altura de los bolsillos
y conmovido
de coroneles y funerales sin sepultura
para darse
a la vanguardia de caer mil veces heriforme al suelo por la misma bala
y con la
mano en alto
como
haciendo a un lado
el paraíso
de lo uno infiel
de uno mismo en armas
bajo la lluvia siempre
con
pasaportes y nostalgias de cartón
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Uno se
agazapa en el residuo de la mañana (en los estertores del sueño)
e incluso
en la etimología
de su
propia mediocridad
Uno se
señala a muchos rostros / y maneras
Uno tensa
el arco tantas veces hacia atrás
especulando
/ y errando siluetas
nombres y
salvoconductos sin la menor importancia
Uno se da a
la tarea de ejercitar la fragua, por ejemplo
deleitándose
con el grosor y textura de la soga
con la
estética del nudo
con la
vulnerabilidad de los cuellos
con la
altura exacta y la viga más adecuada / o rama, quizá
al aire libre mejor, se dice uno
y sin
remordimientos más
inmóvil en
la consumación del acto
zen-sitivo
ante el
viento suave que mecerá los cuerpos
los
pendulares y supuestos que uno mismo se da a la tarea
antes del
café amargo
del agua
fría de pote en las mudas carnes
de salir a
la calle día tras día
a recoger
su porción de no gracias
no podemos, no le alcanza,
vuelva después
en busca de
alguien para ofrecer la tercera mejilla
uno
irreparable
en una banca cualquiera
al amparo
de las flores y las estatuas grises
a sol y
agua sazonándose en la medialuna de otra ausencia
en la
lágrima sin lágrima que lo denuncia
en el
escarabajo antropomórfico de sus adentros rituales
colgadores
/ y oficiantes
de la joroba al día
de la nada a nadie
como
absuelto en uno uno mismo
pero
ya sin piedras
ni mañanas
para darle la cara
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Uno apenas
si descubre en su casa la visceralidad de los objetos
a ras de
piso:
cabizformes
/ sordinantes / y delatores
plurales y
canónigos en lo inusual de su materia
uno
que nada
puede contra los dioses
inverosímil
y estreñido entre las coyunturas del día
de
concesiones y paraguas
incurable
en su casa
uno
como
cayendo ante la porcelana de los retratos
en las
mesas de manos atadas
con un vaso
de leche tibia en la mirada
de no beber
en lo nudo
de una voz sin voz que lo persigue
y no mide
las consecuencias de su parálisis en el poema
(que nadie
corrige ya)
contra las
paredes uno mismo
y varias
veces irremediable de país
a secas
de ventana
solo uno mismo en el espejo de su idiosincrasia
de no ser a
fuerza de ladridos
madrugada o
fruta
de los
perros varios que le van naciendo
por las
minervas del entendimiento
de saberse
nadie a la altura de sus objetos
impropio en
lo informe-necesario de seguir respirando
de la nariz
a los pulmones esquivo de formas y cigüeñas
claraboyado
contra el alma
indocumentado
e insurgente
uno mismo
de adentros y afueras
y más beduino cada día
en los litigios
bacos
y clandestinos
16
Uno se
interviene de muchas maneras, y
marginales-gracias
del bisturí
a la prótesis subiendo por las yemas en mudo Enoc
con el
papel en blanco
de hacerse
a un lado de la escritura
en la
continua subordinación
de
despertar más bajo cada día
para entrar
por los huecos
y alisar
más aún la piel evolutiva de un cuello ya sin plumas
ni pelos
invisible y
fugitivo uno
en la
disculpa continua de aferrarse una vez más
a las
costuras de una existencia casi impropia
carroñera
de verticales soles extranjeros
y
cambiantes
uno
hospital
adentro
y sin más
concesiones que andar olfateando horizontes a ras del suelo
extraviando
los años
a manos
rotas el paraíso
con la voz
la sal y el
hueso
de amputarse el alma
entre las enaguas de otra
geografía
en el sin padre de las 4:30
am
uno mismo
y marginales-gracias
17
Uno se
inicia en los esplendores de la luz
como el
primero
o el último
en la escala evolutiva
de su
especie
irreductiblemente
dócil
e ignorado
absurdo y
susceptible
sobre la
orfandad de una tierra demasiado rota
y
estrangulada
demasiado poluciva e intransigente
uno ciego
de ciudad en ciudad
estomacal
en el instante mismo de la conciencia
de
despertar justo al lado del camino
a sus 30
de un
edificio a otro con ventanas abiertas
y
periódicos y papeles amarillos girando en el cielo
confundiendo
a los cuervos con las palabras en el aire frío
de un
atardecer a otro
volviendo
al día primero
al unívoco
y atemporal
que pudo
ser el lunes pasado, o el domingo aquel
o hasta
donde alcance la memoria
en el
simulacro de tenderse en el suelo una vez más lagártico
sideral por
conjetura
a base de
armisticios absorbiendo uno la humilde porción de sol que lo nutre
y lo revela
en lo
tóxico de saberse instruido en la culpa
en la
autocracia repentina de encender las velas
hacia
dentro
dispersando
perros en cada esquina
tocando
puertas bajo un mar de pasaportes
e
inaugurando clínicas
y premios
de consolación
al amparo
de las piedras y los insectos
uno mismo
errando ya bajo la piel
evolutiva de los años
los defectos
y las costumbres
como tratando de estirar la
mano
para aferrarse a la piel de
un nuevo invierno
de una nueva mañana
donde
ocularse envejecerBiografía
Luis Eduardo Barraza (Venezuela, 04-08-1990). Poeta y Licenciado en Letras. Autor de Calamarius (Valencia-España, 2018), Los días arqueados (Caracas-Venezuela, 2017) y Solicardia (Maracaibo-Venezuela, 2016). Ganador del Premio de Literatura Experimental del Sporting Club Russafa (España) y del Concurso Anual de Poesía Librería Lugar Común-Embajada de Italia (Venezuela). Poemas suyos han aparecido en revistas literarias como Latin American Literature Today (EEUU), Carruaje de pájaros (México), Círculo de poesía (México), Lowfi Ardentia (Puerto Rico-Nueva York), Otro páramo (Colombia), Poesía (Venezuela), entre otras. Poemas suyos han sido traducidos al Inglés y al Portugués. Su libro Los días arqueados fue traducido al Italiano. Es creador y director de la Biblioteca Virtual Poesía Vzla.
https://poesiavzla.wordpress.com
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