La poesía de Bernardita es el estallido entre párpado y pupila. Sus versos con caderas sobrevuelan todo lo que arde en la mesa del sueño. Maldonado nos trae fragmentos de luz mientras por un lado la muerte sopla y por el otro mordemos el anzuelo de la vida. Su palabra es la inocencia sobre la cual fundó su reino, donde inquieto se desliza esos poemas colmados y endurecidos que va repartiendo en un descenso vertiginoso hasta despertar en una selva que tiene forma de letra salvaje.
EN LAS COMARCAS DE LA
SELVA
Una
intacta mano trae fragmentos de luz al país de los milagros diminutos, tiéndete
en los márgenes de estas páginas y escucha el ruido de la cigüeña en el nido,
escucha la vida majestuosa y terrible erosionando tu arcilla, apuntalando las
nubes. En las comarcas de la selva, los chacales blanquearon las osamentas, los
nigromantes abrieron las tiernas entrañas de palomas y jabalíes. La luz se
derramó enumerando las piedras del abismo. Despertar en los meridianos andinos
para fundar un reino de inocencia, donde el escarabajo y el sol, dos danzantes,
perduren en la lámpara amarilla de la mañana.
ENTRE
EL DIOS Y SU MANO
alguien
te lleva por campos sembrados de arroz
hacia
los arpones de la vida
volverás
colmada y repartiendo
volverás
para trocar la cuerda del ahorcado
en
serpentina de luz
volverás
endurecida y compacta
a
mirar la vida desde el ojo ámbar de un armadillo
cuenta
los granos en tu alforja
cuenta
la grieta endurecida que se forma cuando nace una flor
cuenta
lo que resbala hacia el cántaro del que nadie tiene sed.
BLANCO
Donde todo es blanco, el fragmento no puedes ser más que blanco. Blanco el
estallido entre párpado y pupila, blanco
el punto donde la extensión se comprime y dios desaparece, blanca la invisible
existencia de dios, blancos los márgenes de las páginas y su territorio
aterrador, blanco el frotamiento de sílex contra sílex, blanca la piel tensada
de un búfalo blanco que es la eternidad. Blanca la mordedura con que aprieto el
anzuelo de la vida, que se enmaraña en el
blanco cabello de una anciana que
en una isla jónica planta cerezos blancos y desaparece en la totalidad de un
blanco, blanco, blanco radical, donde nunca paran mis ojos de asombrarse de la
ausencia blanca de un dios blanco.
JAZZ
Un gran ábside negro
como el reventado ojo
negro
de un toro negro
en el pequeño horizonte
del que pende un hilo negro
que sujeta el cuello
oscuro
de un negro cimbreante de orgullo de su sangre
negra
que regó hibiscos
zafras y plantaciones
que cuidó con sus
negras manos
que todavía sujetan el tropel de sus penas
negras
como carbunclo que descendió vertiginoso
desde el incendio de
una noche negra
y su terrible
borde negro
hasta el inmemorial tam-tam del negro más
negro,
mientras la muerte sopla
en la caña madura de sus huesos negros
la eterna vibración de
su música negra negra.
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VOS, LA GRAN CIUDAD AMURALLADA
muy al norte
la piedra bruta de los
anhelos
que tus manos
infantiles
no se ocuparan de
tallar
una araña teje su hilo
sin rozarte
vos la catedral
donde madrugan pájaros
ciegos
brotados de lágrimas
salobres.
Vos animal de fondo
que ha de perderme
cuando más raíces
echan las manos hacia
ti
Vos
pozo dulce que más se
oculta
cuando el suelo fulge
de soledad.
campo minado
por donde inquieto se
desliza
un verso con caderas
vos lo ultimo que
quedará
después de la extensión
ciliar del sol.
Vos el gran pájaro de
fuego de Stravinsky
sobrevolando todo lo
que arde
en la mesa del sueño.
Biografía
Bernardita Maldonado, Loja- Ecuador (1969). Ha publicado en poesía: Biografías de pájaros y Con todos los soles lejanos. Poemas suyos han aparecido en Cuadernos del Matemático, Guaraguao, Alga, así como en varias antologías de España y Ecuador. También ha publicado investigaciones sobre literatura ecuatoriana. Es máster en Literatura Comparada y Estudios Culturales, actualmente realiza un doctorado en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada.
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