La poesía de Giovanna es el sabor que sube desde el vientre a la saliva. Sus versos se deslizan por un mar de abecedarios donde habita tanta luminosidad y la memoria es una lenta caravana de consignas. Benedetti tiene su razón poética que rige los precipicios: todo tiempo es ahora y cualquier lugar es éste. Su palabra complica la experiencia, es el feroz guardián de las pasiones vencidas, da relieve a los territorios prohibidos y nos rescata de la rutina. Aquí entre nosotros su caricia profética se filtra y merodea, va afinando la velocidad de la mirada para que todo arda entre sus letras.
Ásperas concordias
...una
tribu de palabras mutiladas
busca asilo en mi garganta.
Alejandra
Pizarnik
Me
apuran los contornos
de
una cruel correspondencia
que
lenta y siempre torpe persigo con mis letras.
Y
digo cruel, maldita sea, porque me
abruma:
¡tanta
luminosidad …y yo sin señas!
El
ruido de la luces complica la experiencia.
Espesa
los matices coloreados de las formas.
Y
hay un sabor que sube desde el vientre a la saliva
y
se propaga aprovechando su máquina alegórica.
A
la postre las sirenas emergen fatigadas
magulladas
por la cólera del agua entristecida;
y
se zambullen juiciosas, como delfines sin lastre,
por
las ubres espirales de los cuernos de la aurora.
(Del poemario: Música
para las fieras, 2014)
La soledad y sus alrededores
Tendría
yo que soltarme la lengua mansamente
y
de sana indiscreción hablar del cuento.
Santificar
mi soledad como una caricia profética
sin
caer en purgatorios o en infiernos.
Pero
he de decir que vengo de repetir rincones,
de
deshojar margaritas por lentos caminos viejos;
de
preguntar qué hora es, en dónde estoy
y
si aún hay tiempo;
hundiéndome
en esas rutinas
que
evocan tacones tercos
y
hacen fosa común con las edades de la tierra.
De
lejos me viene el viento
que
arrumba mis soledades
bajo
este domo sin luz que finge brillar estrellas.
Y
yo no sé si estoy aquí, por maldición o por tregua,
pero
bailaré para no olvidar que la luna gira en torno.
(Del poemario: Música
para las fieras, 2014)
Ático
de la nostalgia
No
se entra ni se sale fácilmente en esta pieza.
En
este ático sutil que es tentación y gusto amargo.
Macerada
vendimia agridulce del recuerdo
que acaso se bendice y se maldice al mismo tiempo.
El
ancho y la espesura de la estancia es lo que abruma.
La
manera como encaja el polvo entre sus grietas.
Esa pantalla gris que cae como una manta
por
encima del mosaico que divide los paisajes
y va
cuadriculando las figuras y las cosas.
El ático es a la casa el más fiel de sus testigos.
Ferocísimo
guardián de las pasiones vencidas
es el viejo candil que ya no tiene oficio
es
la muñeca de trapo despaturrada y sin tripas
es
la orquídea de nácar que un día perdió sus pétalos
y
es ese último rectángulo de tiza en la rayuela
que
hay que saltar a un pie...
antes
de llegar al cielo.
El
ático penetra el corazón por las esquinas
y como una enredadera se filtra y merodea;
se va ramificando entre el polvo y la ceniza
imbricando
contornos, dando aliento al olvido
fabulando nostalgias al doblez del altillo
en un lento, taciturno, murmurar de bajo ritmo
que
fluye y que refluye como una triste ola.
El ático es un mar y como mar no tiene sitios.
No
tiene esquinas ni paisajes
y
sus figuras son revuelos
(temblores
simplemente...)
espasmos trascendidos de brillo y de tensión
que
se disuelven como gotas en la ola de marea.
Nada
flota jamás en el mar de la memoria.
Nada
flota tampoco en el ático de la nostalgia.
Y
porque así como es arriba así es abajo
todo
lo que aquí se hunde es ya un naufragio.
(Del poemario: Entrada
abierta a la mansión cerrada, 2006)
Música para las fieras
Poema en
quince cantos (Selección)
Canto I
De
estas épocas apenas reveladas
se
dirá que no había acuerdo entre nosotros, los insomnes.
Que
cada quien vivía el pronóstico del día sobre la víspera;
que
pasábamos de la noche al cuerpo, sin ser vistos;
que
nos ganaba la costumbre de esperar la lejanía
y
que flotábamos como objetos no asidos a la tierra
con
el eterno resplandor de una mente sin recuerdos.
Se
creerá que simulábamos fantásticas criaturas
navegando
por imágenes de estuarios y ballenas.
Que
propiciábamos demonios
que
nos hacían perder el sueño
dando
ascenso a las tertulias vagabundas de la aurora.
Y
que no obstante despertábamos, de pie e hipnotizados
sin
que nadie nos diera palmaditas en la frente;
recortando
calendarios, papeles y fotografías
para
poder saciar la sed que daba de beber
a
nuestras lágrimas.
Canto II
Pensarán
que inventábamos países de juguetería
calcando
en relieve mapas de territorios prohibidos.
Que
redondeábamos los riscos de coral, los farallones
con
crípticas arboladuras, por imposibles dominios.
Y
se nos hará lucir las galas de los amantes vencidos
acusados
de una suerte de incoherencia delictiva:
de
hacernos guiños falsos en la paradoja del olvido
atrapando
las caricias subitáneas del desvelo
que
se caen de su estatura
Canto V
La
memoria es una lenta caravana de consignas.
Una
mano extendida que separa las aguas.
Una
trampilla de paso. Una ficción del cántaro.
Una
caja de reliquias que sobrevive al cálculo.
Una
opinión que afina la velocidad de la mirada.
Una
noria que da vueltas undívaga y portátil.
Un
barco que se desliza por un mar de abecedarios
sobre
esa incertidumbre fraticida del olvido
donde
ya no coinciden ni los días ni las palabras;
y
los sucesos se depuran de la sal en sus cornisas
y
los héroes se desploman y caen sobre sus astas
tumbados
a banderillazos o envejecidos de súbito.
Canto XV
A
veces pasan siglos entre dos atardeceres
y
una sola sombra larga se convierte en firmamento.
Pero
una sombra no es la noche, y aún si se desborda
en
la noche las estrellas se constelan en caminos.
Y
en esa otra forma rara de los cielos que es el verbo
hay
una razón poética que rige los precipicios:
una
música que entiende ese sonido de las fieras
que
nunca se consume, sino que se consuma.
(Del poemario: Música
para las fieras, 2014)
Cuando
venga Colón a descubrirnos
Ayer será lo que ha sido hoy mañana
Günter Grass
Hoy me siento a caminar el fin de siglo
todo lleno de invasiones, encuentros
y quintos centenarios
—y de golpe me pregunto: ¿Vendrá
en verdad Colón a descubrirnos?
¿O serán los vikingos quienes primero lleguen?
¿O quizás nos enviarán los
irlandeses (los Tuatha de Danaan)
al santo Borondón y al mismo
Ossián desde sus islas Shetland?
(¿Y la hechicera Fand les
acompañará en el viaje?)
¿O serán los nestorianos,
cristianos sectaristas
quienes lleguen primero con
el Preste Juan?
¿O qué tal si nos descubren los fenicios
o los chinos, o las diez
tribusperdidas de Israel?
¿O habrán de ser (a lo mejor)
los caballeros del Temple
quienes saldrán de Normandía
a buscar aquí el perdido Grial?
Todo tiempo es ahora.
Cualquier lugar es éste.
O como ha dicho en un poema
Borges:
“El presente está solo.
La memoria erige el tiempo.
Sucesión y engaño es la rutina del reloj.
Lo cierto es que Filolao y
los Pitagóricos cosmógrafos
creían en la existencia de
una “contra tierra”.
Y yo me digo: ¿Estaremos
aquí viviendo en ella?
¿Será esta última isla, como
dice Heródoto
el país allende las columnas
de Heracles
el hogar de la tétrica
región de las cosas que ya no son?
¿O seremos, acaso, la
Atlántida fabulosa
de la que hablaba Platón y
nos hundiremos en el cataclismo
antes de que nos descubran?
En los Vedas está dicho que
esto aquí es el Pâtâla:
las antípodas de Lanka.
Cuentan los Purânas que
queda allí Pushkara,
y que en su ombligo está el
Meru,
la mansión montaña/abismo de
los Inmortales.
¿Habrá entonces de venir a
estos submundos Arjuna
príncipe del Mahâbarata
y no por aire ni por mar
sino las entrañas
atravesando la esfera bajo
tierra
por los caminos serpentinos
de las nagas y los devas?
Y cuando llegue aquí el
sublime interlocutor de Krishna
¿casará —como está escrito—
con la hermosísima Ulupi
doncella hija del Nargal los
Olmecas?
Hoy me siento a caminar el
fin de siglo
y me imagino: que no viene Colón a descubrirnos...
¿qué dirá de sí mismo el
esotérico almirante
y qué habrá de la famosa
profecía de Medea?
Si Colón no viene a descubrirnos...
¿qué será de la cristiana
España?
¿qué harán los celtibéricos
reinos de sus majestades católicas?
¿adónde irán los navegantes
de Isabel y de Fernando
cuando se embarquen en sus
carabelas?
¿Descubrirán tal vez
Australia?
¿Cristianizarán toda la
China y el Celeste Imperio?
¿Rescatarán por fin la
Tierra Santa?
Y aquí, entre nosotros:
¿qué será si no viene Colón a descubrirnos?
Aquí, entre nosotros arde el
agua seca
y humea el espejo rojo del
Tezcatlipoca.
Aquí entre nosotros vive
Amaru
la eterna serpiente del
movimiento inmóvil,
y como tiene dos cabezas nadie
sabe en realidad
si viene o va.
Cuando venga Colón a
descubrirnos
(si es que no llegan antes
los vikingos)
y descubramos entonces
que el almirante y sus
cristianos..
¡han llegado a Catay!
yo volveré a sentarme a
caminar el fin de siglo...
todo lleno de invasiones
encuentros
y quintos centenarios.
(Del poemario: Entonces,
ahora y luego, 1972)
Biografía
Giovanna Benedetti es poeta,
narradora, investigadora histórica y ensayista. Nació en la Ciudad de Panamá,
República de Panamá (1949). Es doctora en derecho, con especializaciones en
derecho de autor y derecho de la cultura. Ha obtenido en seis
ocasiones, el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró (máximo galardón
literario de Panamá), por su obra narrativa, poética y ensayística. Es, además,
Premio Internacional de Periodismo José Martí 1992 (La Habana, Cuba).
Entre
sus obras: La lluvia sobre el fuego
(cuentos, 1982); El sótano dos de la
cultura (ensayos, 1985); Entonces,
ahora y luego (poemario, 1992); Entrada
abierta a la mansión cerrada (poemario, 2006); Música para las fieras (poemario, 2016); Vértigo de malabares (cuentos, 2017); Después de los objetos (poesía reunida, 2018-19).
Ha
participado en numerosos festivales y encuentros literarios: el 30º Festival
Internacional de Poesía de Medellín (2020), el Festival Internacional de Poesía
de Curtea d’Arges, Rumanía (2016 y 2019); el Festival Internacional de Poesía
de Madrid (2018), el Festival Internacional de Poesía de Salamanca (2019), el
Encuentro Hispanoamericano de Escritores en París (2017 y 2019).
Es
también artista pictórica, escultora ceramista y diseñadora gráfica.
Reside desde hace más de una década en San Lorenzo de El Escorial, Madrid, España.
Comentarios
Publicar un comentario