La poesía de Jorge es un mar que agita la luna. Sus versos te miran, te toman de la mano, sucederá de algún modo y nadie sospechará que todo cambiará para siempre. La ilusión del cielo será suficiente y dominante cuando sus letras nos lleguen como la desnudez, atesorada. Cuando Vinueza fluye en sus palabras se alza con la palma de la victoria, se siente como una estancia de besos prohibidos en el umbral de la vida.
Predestinación
Cuando nada había aún,
nada más que materia…
y una síntesis de moléculas
en un mar que agita la luna,
cuando el polvo no era apto
para disgregarse en lágrimas,
ni el corazón su requiebro
en culpas, cuando elíptica
la tierra convulsionaba,
precipitando rocas y azufre,
cuando colisionaban planetas
o eran engullidos por el sol,
todo sucedió de algún modo
para que ahora te mire…
miles de años después,
tome tu mano y te diga,
muy quedo, estas palabras…
Aníbal
Qué
hubiera pasado si Aníbal
marchaba sobre
Roma,
si
la potencia dominante
terminaba
siendo Cartago,
si
por ende también hubieran
prevalecido
sus temerarios dioses,
el
fuego en vez del pan y el vino,
abolidos
los fastos, abatidas
las
águilas, olvidado el latín,
qué
hubiera pasado si Aníbal
–y
no Escipión, el Africano–
después
de un largo asedio,
se
alzaba con la palma de la victoria
sobre
las ruinas de las siete colinas,
si
huía el tiempo de la ciudad eterna,
qué
sería de esta eventual mañana
este
patio, en que devino la historia,
quién
hubiera escrito estas palabras,
cuántos
otros, y no tú, las leyeran,
qué
hubiera pasado si Aníbal
marchaba sobre
Roma...
María Magdalena
Jesús
abre los ojos en la tumba oscura
mientras
aún duermen Pilatos y Caifás,
persuadidos
de la severa victoria
que
avalan los clavos y la sangre.
Nadie
sospecha esa mañana
que
el mundo cambiará
para
siempre.
Todos
los discípulos han huido;
Pedro
ha negado tres veces
y
no tardará en alcanzarlos.
Judas
cuelga de un árbol.
Ha
salido el sol. Pero no se disipa
la
noche. Las puertas permanecen
cerradas,
y ellos otra vez duermen.
Sólo
una terca mujer persiste
y
lo verá con sus propios ojos,
tocará
su manto… reconocerá su acento.
No
es virgen, devolverá la fe a los demás
que
todavía incrédulos corren al sepulcro.
Ella
queda sola, arrimada
contra
un muro, en silencio;
todo
es tan reciente y claro
como
las primeras sombras.
Plenitud
No
verás sus pies fríos,
sus
pronunciadas corvas,
apenas,
insinuante, la cintura,
sus
pechos celosamente cubiertos,
el
cuello, estancia de besos prohibidos,
no
verás el lunar en su mejilla izquierda,
solo
aprecias, a través del riguroso hiyab,
la
belleza esquiva de unos ojos negros…
Será
suficiente, contra tantas prescripciones,
para
que te decidas, para que resplandezca,
de
una vez por todas, atesorada, la desnudez.
Águilas
Sueña
que pasa
un
águila sobre su cabeza,
con
la que comparte
la
ilusión del cielo;
amanece
y falta
esa
águila suya
en
la blanca realidad;
cierra
los ojos, y una
son
todas las águilas,
pero
no la encuentra.
Biografía
Jorge Vinueza nació en Santiago de Cuba,
de madre cubana y padre ecuatoriano. A los nueve años, viajo a Ecuador, donde
reside actualmente. Culminó sus estudios de Economista en la Universidad de la
Habana. Trabajó como Gerente en la Cooperativa Ocho de Diciembre de la ESPE. En
2018 publicó su primer libro “En el umbral” con la Editorial El Ángel Editor.
Actualmente es docente de Literatura/Matemáticas en el colegio Eduardo Salazar
Gómez (Quito-Ecuador).
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