La poesía de Cecilia es la canción que estalla en el cuerpo. En sus versos nos volvemos vértigo, y andamos por los caminos del viento. La palabra desaparece, se construye un poema, las flores adornan la copa llena de sabiduría y las sabanas desnudas se vuelven furia y tristeza. Solo queda el barro entre los dedos, el rumor de un beso, pero Pontorno sabe, que cuando veamos caer las hojas del otoño, sus letras serán el aperitivo para el final del día.
Urgencia
La tierra
sabe
que huí,
que salté
charcos,
que dormí
con el barro entre los dedos.
Hablo de mí,
profunda de
tanto hundirme.
Me volví
furia y tristeza,
entregué mis
ojos a los ciegos,
vi la muerte
mía.
La canción
me estallaba en el cuerpo,
la ofrecí
como un poema.
Salté,
caí de
rodillas,
me rompí las
piernas.
Ya no me
pido ser lo que no puedo.
A veces me
lloro.
Volví al
vértigo, al silencio,
al miedo
temblando.
Alcé los
huecos de mis ojos
y oculté mi
plegaria en un pájaro.
--------------------------------------------------
Fui la
sangre que abandona la herida,
no la herida;
la redondez
de la gota,
negra de tan
roja,
tibio
advenimiento sobre el parche
de la
pesadumbre cotidiana.
Fui de la
espesura del bosque,
soberana.
Fui del pozo
oscuro y frío,
su tormento.
Desde mí,
salté al vacío
con la
seguridad del martillo del herrero,
volé sobre
mis ruinas,
vi el oasis
que espeja el alma cuando llora.
Bajé al
infierno, si lo hubiese,
tomé el vino
del faraón momificado,
volví a mi
cuerpo, derrotada,
con una
canción mendigando entre los huesos.
Desde
entonces, ni la cicatriz me llora,
no lo
permito;
salen
pájaros de arena de mis ojos,
buscan
flores para adornar mis hombros,
quiero ser
vestido, un par de zapatos, una valija;
no necesito
una razón para ser viaje,
me hice
sombra peregrina
para andar
los caminos con el viento.
Fui la
sangre que abandona la herida,
la espesura
del bosque,
su tormento.
Orfandad
la copa
llena de medianoche
las sábanas
desnudas
sobre el
cuerpo revuelto
la pálida luz
entrando
apenas
tímida de
terciopelo
el aliento
cansado
sollozando
sobre
el verbo
molesto
para no
llorarle la herida a la luna
a la hora de
la nada
cierro los
ojos lejos
esta es mi
noche
cayendo
--------------------------------------------------
Miro caer
las hojas del otoño
y espero
como quien
espera el tren un domingo,
inmóvil
frente al andén,
frente a los
árboles
(tengo una
ansiedad guardada
por si acaso
te viera llegar
entre la
gente)
Tal vez
aprenda a soportar
la niebla
o el frío
Final del día
Queda el
rumor del beso
La palabra
desaparece.
Es la
levedad del amor
la que habla.
Biografía
Cecilia Pontorno nació en La Plata, provincia de Buenos Aires,
Argentina, el 8 de septiembre de 1979.
Es docente de Educación Inicial (Educación Preescolar) y estudia
el Profesorado y la Licenciatura en Psicología en la Universidad Nacional de La
Plata.
Escribe poesía desde los 12 años de edad y actualmente se
encuentra trabajando en su primer poemario para ser publicado el próximo año.
Participa en eventos poéticos y forma parte de la Antología de los Talleres de Poesía que se dictan en CasAbierta, en la ciudad de La Plata.
Comentarios
Publicar un comentario