La
poesía de Rodrigo tiene la mirada de un poeta distinto. Sus versos sorprenden a
los jóvenes ávidos que están sedientos por apropiarse de la historia. Sus
poemas procuran sostener el momento, aunque el destino nos arrastra entre
columnas cerradas por los siglos. Somos lectores nómades ardientes, peregrinos
en noches de invierno, que en sus letras no podemos apresurar el paso. El poeta susurra el reflejo del amor con un
brillo inquietante para así encontrarse de nuevo y dejarnos con la cabeza
extasiada de puntos fijos. Al final el suspiro no tendrá pulso porque comenzaron
los viajes por un mundo de viento en contra.
HOMO VIATOR
Hemos nacido tarde
para comenzar los viajes en primavera.
Ya nadie ora con los pies
pero a Toledo aún vienen
flotantes peregrinos en noches de invierno
para sentirse parte de la historia
avivados por una pasión oscura.
La tarde duerme apacible
anestesiada por las faldas
que se arrastran en los adoquines.
No les bastó con Venecia París y Roma
y tomarán el tren de las ocho
cuando la tarde atea y somnolienta
vuelca una taza de café
sobre los ruiseñores del convento.
Caminan desde el Zocodover
iluminados por vitrinas
que absorben a las damas elegantes
sonriendo inclinadas ante mazapanes
relojes y damasquinados.
Se asemejan a una raza automática del futuro
flotas de nómades ardientes
que se unen a ciegos guías de rutina
y contemplan con culpable devoción alguna virgen
como endemoniados que de día matan a las palomas.
Ninguna ciudad se les hace extraña
y ni siquiera titubean
ante la alargada frialdad del Greco
quizás porque han entendido
que de eso se trata el espíritu
y confirman lo que ya sabían—
eran ellos mismos
los que estaban muertos hace cientos de años
congelados en la luz azul de los maestros.
POETA Y ASESINO
Sólo la mañana acusaba su resaca
en la Ciudad de Santiago
olores rancios de cerveza provenientes
de las calles ennegrecidas
sedientas de apropiarse del mundo
en el fin del mundo.
Vi por años esa ceremonia extenuante
melódica y vieja
tremendista como un obispo
que predica en la carretera—
y la medicina ya no pudo conmigo.
Parezco un gusano blanco
que arrastra la desesperación
de todo un país exhausto
y viaja por pueblos del Medioevo
respirando breve
como el suspiro de un guillotinado.
No dispongo de la excusa de la juventud o la locura—
Soy insensible a los pájaros del siglo XIII
y a los infiernos de Dante.
Tengo la mirada de un poeta asesino
uno de esos que ve con los ojos
ausentes de su cabeza y como tal
cumplo con el deber latinoamericano
de mirar lo que escupo:
un cuarto psiquiátrico, un hospital
o un convento jesuita como un licor fino—
el vómito elegante de abstinencias coloniales.
FORTUNA IMPERATRIX MUNDI
La Fortuna,
variable como la fiebre de un vals
donde no puedes apurar el paso,
sentada a ahorcajadas sobre un avestruz
favorece siempre a los necios.
Suerte cruel
un día, jugando,
sorprendes a los jóvenes ávidos
de acompasar al tiempo
sus cuerpos desnudos
divididos por un viento contrario
tocan el vacío entre las manos.
El único poder es el de una sola hora
bella entre bellas
la primavera que nunca podrás mirar
ahí donde florecen los árboles
no hay nada otra vez.
Destino monstruoso,
colgar de las agujas del reloj
y abajo un cementerio marino
rugiente de leviatanes batiendo la orilla.
La virtud está en no consumar
nada hasta el fondo
pescar una trucha, cazar al faisán,
azotar las olas y reunir el ganado.
Hay vacas que nunca ordeñarás.
Incluso en el momento en que toquen
las cuerdas del corazón,
música de flautas y coro de niñas,
procura sostener el momento
que los vientos alisios empujan,
conservando para el amor otra sombra.
No te está dado ir más allá.
Muy cerca el destino arrastra
un pantanoso lodo de palabras
donde la serpiente semidespierta
se repliega en sí misma
y el poeta susurra asombrado entre los pinos.
No seas curioso del bien y el mal.
Algunos utilizarán el conocimiento
a pesar de ti, en contra de ti.
Ayer el ajetreado mundo de los navegantes
el sonido de copas en el corazón de la ciudad.
Mañana las naciones invocando la muerte
la Historia sin sus operarios,
en el delirio y sin timón,
te guiarán hacia la luna
espléndida de terrores privados.
CLARISSE (CALLE DEL LOCUM)
La luna entró en la cama
a orillas de hierbas del río
entre columnas cerradas por los siglos
entre los caminos de viejos calvarios
entre alas de ángeles, azules y negras—
El cielo quería reflejar el amor
como es a nuestra especie
en siluetas de brillo inquietante
hastiadas de conventos y barro.
Te pedí que te quedaras conmigo a pesar de las piedras
porque alguna vez te vi entre cosas efímeras
con todas las olas frescas
y el cielo azul a tu favor.
Me gustaría seguir la vida
en calles estrechas
de súbito tapiadas sin salida posible
para así encontrarnos de nuevo
perdidos y mareados
a solas, entre gente extraña.
En algún lugar de La Mancha /76
Toledo se desvanece. Flota bajo la guillotina del ojo
en el instante en que las alas de las luciérnagas se cortan
vencidas por hocicos de animales de piedra
estos enemigos innaturales de la maníaca hermosura
de todo lo que debió extinguirse
tiempo atrás de una sola vela--
Acá los dioses son lentos
y dejan a los niños jugar con los cadáveres de sí mismos
les muerden el hígado
cada mañana hasta que se hacen viejos
en Roma, en Lourdes y en Fátima--
El cielo atrás del cielo confirma una intuición--
las ciudades católicas se hundieron hace siglos
y nadie se detiene bajo una cúpula,
absolutamente nada corta la respiración--
Valía la pena estar solo para estar más solo
caminar borracho sin lámpara
en una fiesta de las aves al aire libre
donde nunca habita el hombre
a la hora del búho--
Tu querías esta calma
con que llenar la soberanía del vacío,
el escenario donde dios brilla por su ausencia
en el resplandor de las fotografías.
Volverás a casa, a tu país,
a tu eriazo de inútiles flores desatadas
y todo te parecerá perdido.
Un gusano embriagándose
en recuerdos líquidos.
Un silencio boreal
semejante a la poesía, a la fiebre,
y al fin una emoción.
No estabas loco ni enfermo.
Era sólo tu cabeza extasiada de puntos fijos.
Un mapa de las regiones desleales
donde se perdería un huracán.
Biografía
Rodrigo Arriagada-Zubieta (Viña del Mar, Chile, 1982) es un poeta, traductor y crítico literario chileno. Es Director de la colección Pippa Passes de la revista y editorial Buenos Aires Poetry (ARG), sello que ha publicado su trilogía conformada por los poemarios Extrañeza (2017), Hotel Sitges (2018) y Zubieta (2019). Sus poemas han sido traducidos al italiano y al inglés, y publicados en medios de Chile, Argentina, Venezuela, Colombia, Perú, México, Estados Unidos, Italia y España. Su obra ha sido antologada en Chile por la editorial Santiago Inédito bajo el título Una temporada en la cabeza (CL), 2020. Actualmente reside en Toledo, España, donde finaliza sus estudios doctorales en Letras.
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