La poesía de Dayana es la vida que nos da una sonrisa. Sus versos tocan la puerta con insistencia y su propuesta robusta nos viste despacio. Beltrán es la musa que inspira porque ella no sabe querer de otra manera. Cada una de sus letras le permite a nuestra alma descansar y la expresión se nota en nuestros ojos. Sus poemas son el viento que se llevarán los recuerdos plagados de llanto.
Literatura
Yo soy poeta. Tú eres poesía.
Más no me conformo con ser poeta,
queriéndote tanto, quisiera ser poesía.
Yo soy poeta para que la vida
me dé un segundo más de sonrisa
y no me quite mi poesía
como tú me quitaste tu presencia,
llevándote con ella también mi vida.
Soy esclava de mis propias letras
y mis cadenas son las huellas
de las heridas que me dejas.
Amor mío, yo soy poeta.
Tú, mi niño de piel canela
eres poesía con tu sonrisa.
Eres la daga que me condena
a ser poeta con tanta pena.
Porque eres amor, eres poesía.
Porque mis manos sangran
con cada letra que a ti te dedican,
porque mis páginas son lágrimas
que vas dejando con tus partidas.
Porque tu risa es la brisa
que a mis versos inspira.
Porque, mi niño lindo,
tú eres mi herida,
por eso te escribo poesía.
Yo soy poeta, pero quisiera ser poesía,
Ser la musa que tus versos inspira,
pero hay cosas que son de una dirección:
yo te quiero y tú me olvidas.
Yo soy poeta, tú eres poesía.
Silencio
Estás a mi lado desnudo,
huele mi cuerpo a humo,
mi boca sabe a licor.
Bésame, hazme el amor,
pronto darán las doce.
Bésame que me voy.
Ven, vuelve a tocarme completa,
sin darte cuenta, sécame las penas.
Tenías razón: tú no vales la pena,
me lo dices a mí, que soy la más necia.
“Nos veremos el martes”, tu piensas.
Amor mío, ven a tocarme completa,
no podré verte mañana
ni el lunes, ni el martes.
Tú no lo sabes:
“quizá nos veamos el martes”.
Tú no te podías enamorar,
yo te amé hasta el final.
Hazme el amor que me voy ya.
- ¿Sabes que no podemos vernos más?
Me miras con esa expresión tuya…,
tus ojos me preguntas más.
Te beso. Te vuelvo a besar.
Me rechazas los labios una vez más.
Contigo siempre y de nuevo es igual.
Me visto despacio
mientras enciendo un tabaco.
Te beso de nuevo. Te vuelvo a besar.
Este sin duda, es nuestro adiós final.
La
puerta
Para usted, la puerta
siempre estará abierta.
La llave de mi alma,
el picaporte de mi almohada.
¿Qué espera más usted
si viene a mi cuarto,
me muestra su sonrisa
y se quita la camisa?
A usted puedo tenerlo a momentos.
Puede ser mío a oscuras,
darme un beso
e irse luego.
La puerta siempre está abierta,
para usted siempre está abierta,
pero sabe que si entra
se deja afuera las quejas.
Sabe que si sube
a mi cuarto del deseo
y va a llenarme de besos;
si va a ser mío de nuevo…
Está consciente de que, si viene,
si después de ser cobarde,
se atreve a abrir la puerta:
de allí no hay vuelta.
Pero no, yo sé bien
que usted no viene.
Jamás va a cruzar la puerta
que para usted siempre está abierta.
Sé que, de aquel martes por la tarde,
de las promesas de su parte
no queda ni la huella ni el recuerdo,
ni la vida ni sus besos.
Vaya, vaya, señor mío
al que no puedo llamar amigo.
Vaya con su ligereza
sonría a tanta belleza
conquiste a tanta mujer vea
ríase en la cara de todas ellas.
Me reiré de su juego
porque conmigo va perdiendo.
Conmigo siempre pierde
y usted eso bien lo sabe.
Perdón
por la insistencia
Amigo mío,
Perdone usted tanta insistencia
Tanto yo lo he amado
Que míreme aquí, frente a su puerta
Como siempre, luchando.
Tranquilo, amigo mío
Ya he visto la expresión de sus ojos
He notado que le fastidio.
Disculpe usted tanta insistencia
Solo venía a secarle las penas.
No se preocupe
Ya no tocaré más a su puerta.
Esta vez me ha dejado claro
Que
no quiere volver a verme.
Que le hastía mi presencia.
Perdóneme usted
Por haberlo querido tanto,
Yo no sé querer de otra manera.
¿Por qué otra razón estaría aquí?
Queriendo volver a la guerra.
Pensé que al tocar su puerta
Le agradaría mi propuesta,
Pero no se preocupe
Que su mirada habló por usted.
Me retiro, si tanto le molesta mi
insistencia.
Ha sido usted el amor eterno mío.
¡Cuánto lo he querido!
De ahí que le haya insistido.
Quería ponerle el mundo a sus pies
Coserle las alas rotas que decía tener.
He insistido tanto con este amor
Porque tanto como he insistido
Tanto como lo he querido.
Lamento, señor mío,
Haberle causado molestia con mi amor.
Me voy, no se preocupe,
Ya he comprendido:
Le fastidia mi presencia.
Ya no me quiere ver.
Para usted soy eso:
Solo una molestia.
No se preocupe, amor mío, me voy.
Le dejo con su paz eterna.
Perdone por la insistencia.
Trescientos sesenta y cinco días
Después de trescientos sesenta
y cinco días
permito a mi alma descansar
tranquila.
Y las mariposas muertas en mi
pecho
no son por ti, son por los
recuerdos.
¡Cómo te he querido alma mía!
Si me has costado casi la
vida.
Trescientas noches plagadas de
llanto,
sesenta y cinco días empeñando
mis brazos.
Miedo…, miedo tengo de tu
partida
y hace 365 días que te fuiste.
Ya no eres el mismo, ni yo soy
igual,
ahora eres ese a quien solía
amar.
Abrazados a mi corazón hoy
mueren
esos besos que nos quedan
pendientes.
Y mi lecho ya no espera tu
regreso…
Y las lágrimas me salen a
tropel.
Te acaricio desde lejos, niño
eterno.
Ojalá el olvido de mi rostro
jamás llegue,
espero el viento te lleve mis
“te quiero”.
¡Adiós, adiós, amor eterno!
Biografía
Dayana Beltrán, nació en Quito, Ecuador y empezó a escribir poesía para no morir de amor, pero
terminó encontrando vida en cada letra. Ahora la poesía es una parte de su alma.
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