La poesía de Hugo nace para trascender. En sus versos habitan los pequeños milagros, nos muestra el camino que tiene claridad en la madrugada, rompen las cadenas del silencio. Aun cuando todo están incierto y soplen los vientos repentinos, sus letras nos acercarán al destello vivo con el que nos cobijan unos ojos que le sonríen al mundo. Ramírez es un generador de poemas que esparce por la tierra con el afán de nutrir una vida agradecida.
Amo saberte luz
Aún en tiempo de la espera,
cuando todo parece tan incierto,
floreces, aunque no lo sepas.
Aunque los días
se vean inútiles a veces.
Las hojas por los aires
cuando soplan los vientos repentinos,
floreces.
Floreces,
y es tu esencia el florecer.
Mujer que siembra luz
y va dejando huella
aún en el desorden
de un mundo nunca dócil.
Aún cuando traiciona el pensamiento
y te acosan las preguntas,
habrá un destello vivo
en el rincón de tu alma.
Floreces y das vida floreciendo.
Iluminas y consuelas,
comprendes y repartes
la sonrisa que espiritualiza el mundo.
Cultivas perdón y gratitud,
ofrendas los saberes trasmitidos
por generaciones.
No dejarás de florecer,
ángel, musa, horizonte,
guía del huérfano presente,
corazón que resplandece.
Verso a pesar de todo
Al amparo de los corazones
que alumbran los caminos,
nacen los versos,
que rompen las cadenas
del silencio.
Precisan los latidos,
los colores del alma viva
para vibrar con calor humano.
Toman los vuelos de esas vidas
que le dieron su aliento.
Y las palabras de todos nosotros
como regalo generoso.
Porque es un abrazo el verso
que opone el sol
a los inviernos.
Tiene el milagro
de levantarnos de caídas.
Nace para trascender
y derretir todos los hielos.
Esta sed que no claudica
Ni el pozo en el que caes,
ni la selva que se esconde en la penumbra,
ni el presagio,
borrarán la sed que no se quita.
De las aguas tranquilas yo no vengo,
de los lechos de rosas,
de las cómodas horas.
Aún preso de la noche,
lejos del hogar,
yo estaba ahí al cobijo de tus ojos.
Batallaste en mi trinchera
con la paz como bandera;
y entonces sentí
que ninguna soledad
llega a ser cierta.
Adonde me lleve el camino
irán conmigo las guerras que libré,
las derrotas que me hicieron fuerte,
los extravíos.
Hasta que la noche llegue,
mis pies en el camino irán,
al cobijo de tus ojos
con esta sed que no claudica.
Redes
Por hacer brotar la lluvia
siembro mi verso cada día.
Mi afán es tallar cada colina;
internarme monte adentro
entre chañares verde ceniciento
donde reinan los sonidos
de los pájaros
y el aroma es de los frutos.
Por calmar esta sed
de la palabra viva
le busco nombre
a la música del río,
y me hermano entre los peces
que pintan el color de los silencios
y saltan decididos en la noche
por acercarse unos segundos a la luna.
Y en cada sol lanzo mis redes
y espero en la calma de la arena
que por fin al alma de la tarde
le comience a brotar una poesía.
Ternura
Después de la última estrella
de la noche,
todo empieza a despertar.
La tenue luz precede a los colores.
Una ciudad se instala
en las retinas.
Hay que comenzar, me digo,
y tu ternura me deja una sonrisa
para que alegre mi alma.
Miro los árboles, como siempre.
Están allí los pequeños milagros.
En los trinos, en los vuelos,
en ese otro mundo que se ve
con los ojos de los pájaros.
A mi madre
Andan girasoles luminosos
por tu corazón,
madre del sueño.
Sales a velar el devenir
de quienes
nunca terminarán de ser tus hijos.
Isla en este océano
donde a menudo nos perdemos.
Colmena en primavera,
no voy a renunciar a esta luz
de encontrarte todas las mañanas
en el fresco de la tierra regada.
Madre del sueño
de los pájaros errantes que me habitan.
Tuyo es el huerto que cultivo
con las manos que un día modelaras.
Generadora de trigales que esparces por la tierra,
nunca se cortó el mágico cordón
que aún nutre mi vida agradecida.
¿Sabes madre? Ya no cumplimos años.
El camino tiene claridad de madrugada.
Mi vida crece en tu oración de madre
y mis ojos recuperaron el asombro de los niños.
Digo perdón
desde mi vida peregrina
y desde mis ojos, madre,
te bendigo.
Hugo Orlando Ramírez. Poeta, escritor, profesor de Lengua y Literatura y fotógrafo nacido en Santiago del Estero, Argentina. Publicó los libros: "Tus ojos en las calles", "Sueños como aullidos", "Poemas que avanzan retroceden", "Mitre, historia y pasión" y, en imprenta, el nuevo libro “El umbral donde tu voz resuena". Obtuvo numerosos premios y distinciones, como el Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores por su libro "Sueños como aullidos". Fundó y dirigió la revista cultural Ventana abierta a la vida. Coordinó talleres literarios y participó en diversos Encuentros de Escritores, recitales poéticos y antologías.
Comentarios
Publicar un comentario