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Hugo Orlando Ramírez (Argentina)


 La poesía de Hugo nace para trascender. En sus versos habitan los pequeños milagros, nos muestra el camino que tiene claridad en la madrugada, rompen las cadenas del silencio. Aun cuando todo están incierto y soplen los vientos repentinos, sus letras nos acercarán al destello vivo con el que nos cobijan unos ojos que le sonríen al mundo. Ramírez es un generador de poemas que esparce por la tierra con el afán de nutrir una vida agradecida.


Amo saberte luz

Aún en tiempo de la espera,

cuando todo parece tan incierto,

floreces, aunque no lo sepas.

 

Aunque los días

se vean inútiles a veces.

Las hojas por los aires

cuando soplan los vientos repentinos,

floreces.

 

Floreces,

y es tu esencia el florecer.

Mujer que siembra luz

y va dejando huella

aún en el desorden

de un mundo nunca dócil.

 

Aún cuando traiciona el pensamiento

y te acosan las preguntas,

habrá un destello vivo

en el rincón de tu alma.

 

Floreces y das vida floreciendo.

Iluminas y consuelas,

comprendes y repartes

la sonrisa que espiritualiza el mundo.

 

Cultivas perdón y gratitud,

ofrendas los saberes trasmitidos

por generaciones.

No dejarás de florecer,

ángel, musa, horizonte,

guía del huérfano presente,

corazón que resplandece.

 

Verso a pesar de todo

Al amparo de los corazones

que alumbran los caminos,

nacen los versos,

que rompen las cadenas

del silencio.

Precisan los latidos,

los colores del alma viva

para vibrar con calor humano.

Toman los vuelos de esas vidas

que le dieron su aliento.

Y las palabras de todos nosotros

como regalo generoso.

Porque es un abrazo el verso

que opone el sol

a los inviernos.

Tiene el milagro

de levantarnos de caídas.

Nace para trascender

y derretir todos los hielos.  

 

Esta sed que no claudica

Ni el pozo en el que caes,

ni la selva que se esconde en la penumbra,

ni el presagio,

borrarán la sed que no se quita.

 

De las aguas tranquilas yo no vengo,

de los lechos de rosas,

de las cómodas horas.

Aún preso de la noche,

lejos del hogar,

yo estaba ahí al cobijo de tus ojos.

 

Batallaste en mi trinchera

con la paz como bandera;

y entonces sentí

que ninguna soledad

llega a ser cierta.

 

Adonde me lleve el camino

irán conmigo las guerras que libré,

las derrotas que me hicieron fuerte,

los extravíos.

Hasta que la noche llegue,

mis pies en el camino irán,

al cobijo de tus ojos

con esta sed que no claudica.

 

Redes

Por hacer brotar la lluvia

siembro mi verso cada día.

 

Mi afán es tallar cada colina;

internarme monte adentro

entre chañares verde ceniciento

donde reinan los sonidos

de los pájaros

y el aroma es de los frutos.

 

Por calmar esta sed

de la palabra viva

le busco nombre

a la música del río,

y me hermano entre los peces

que pintan el color de los silencios

y saltan decididos en la noche

por acercarse unos segundos a la luna.

 

Y en cada sol lanzo mis redes

y espero en la calma de la arena

que por fin al alma de la tarde

le comience a brotar una poesía.

 

 

Ternura

Después de la última estrella

de la noche,

todo empieza a despertar.

La tenue luz precede a los colores.

Una ciudad se instala

en las retinas.

 

Hay que comenzar, me digo,

y tu ternura me deja una sonrisa

para que alegre mi alma.

 

Miro los árboles, como siempre.

Están allí los pequeños milagros.

En los trinos, en los vuelos,

en ese otro mundo que se ve

con los ojos de los pájaros.

 

A mi madre

Andan girasoles luminosos

por tu corazón,

madre del sueño.

 

Sales a velar el devenir

de quienes

nunca terminarán de ser tus hijos.

 

Isla en este océano

donde a menudo nos perdemos.

Colmena en primavera,

no voy a renunciar a esta luz

de encontrarte todas las mañanas

en el fresco de la tierra regada.

 

Madre del sueño

de los pájaros errantes que me habitan.

Tuyo es el huerto que cultivo

con las manos que un día modelaras.

Generadora de trigales que esparces por la tierra,

nunca se cortó el mágico cordón

que aún nutre mi vida agradecida.

 

¿Sabes madre? Ya no cumplimos años.

El camino tiene claridad de madrugada.

Mi vida crece en tu oración de madre

y mis ojos recuperaron el asombro de los niños.

Digo perdón

desde mi vida peregrina

y desde mis ojos, madre,

te bendigo.

 

Biografía 

Hugo Orlando Ramírez. Poeta, escritor, profesor de Lengua y Literatura y fotógrafo nacido en Santiago del Estero, Argentina. Publicó los libros: "Tus ojos en las calles", "Sueños como aullidos", "Poemas que avanzan retroceden", "Mitre, historia y pasión" y, en imprenta, el nuevo libro “El umbral donde tu voz resuena". Obtuvo numerosos premios y distinciones, como el Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores por su libro "Sueños como aullidos". Fundó y dirigió la revista cultural Ventana abierta a la vida. Coordinó talleres literarios y participó en diversos Encuentros de Escritores, recitales poéticos y antologías.

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