Ricardo Maruri Castillo (Ecuador)



La poesía de Ricardo nos deleita. Sus versos se mecen, se desvanecen y consolidan, habitan en todas partes.  Los fantasmas van borrándose mientras atravesamos de extremo a extremo su valioso trabajo poético. Las letras de Maruri crean un evidente ambiente de jazz.

Al Conde Drácula

El problema puntual

del planeta

es que financistas

financieros

y demás fantasmas

se crean más que nosotros

poetas pedestres

(“de a pie”

convoca orgulloso Saramago)

una pulga

Mr. Trump

atracada en su cuello

entre Versace y epidermis

esquina

en pleno down town de Guayaquil

chupándole la sangre

al mundo (PetroEcuador central y sucursal)

deleitándose

borrándose

según Mr. Gates

del sistema

desde un teclado chino

 

La vida de Dios debe ser un infierno

Ya ves

que todavía hay tela que cortar

por ejemplo

cuando descubres

que la vida de Dios

debe ser un infierno

(Huidrobo un pequeño Dios)

si no

como estar en todas partes

y en todo ser

sin ser

ni dejar ser

del todo

perfecta imperfección

del dios volcánico

Jahvé

 

Todavía

Todavía

el mejor ejemplo

de una democracia

es el jazz

 

Bajo la flor del cactus

Sus pétalos se mecen

como plumas de águila

 y uno se pregunta

si no fue cactus

el primer ser volador

flor inmensa

animal y orquídea

al vuelo

un murciélago

va y viene

con tu polen

por su miel

 

La gota que no derramaba el vaso

O sea

que tú no sabías

que el bien y el mal

habitan dentro de ti

y que tú

habitas entre ellos

como un ángel

te desvaneces

te consolidas

ondas que se propagan

al caer

lento e interminable

de la gota

que no derramaba el vaso

vida eterna

César traicionado

Cristo resucitado

 

Biografía

Poeta y catedrático ecuatoriano. Como literato publicó algunos libros y participó en varios recitales de la ciudad junto con escritores como Luis Carlos Mussó, Miguel Donoso Gutiérrez, Carolina Portaluppi y Jorge Martillo, entre otros. Intelectual sencillo, pero rebelde y mordaz, hábil en el arte de la resistencia, como profesor, su cátedra era un hábitat donde profesaba el ejercicio del amor a la libertad, su clase siempre fue un pretexto para enseñar algo más como militar a favor del imperio del afecto, de la honestidad y del derecho a la diversidad. Falleció a los 52 años en su ciudad natal, Guayaquil, dejándonos su legado y huella no solo como escritor, sino como profesor del ITAE, pero sobre todo como ese amigo cercano, accesible, carismático, brillante y afable que todos extrañamos.

(9/12/1961 – 21/01/2013)

Biografía tomada de la página del Instituto Superior Tecnológico de Artes del Ecuador

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