La poesía de Abel destaca cada camino
libre. Sus versos sujetan pesares, luego perdonan los rencores y la libertad se
vuelve carne ligera y tibia. Su palabra se hace tinta, va derramándose en los
poemas que respetan el silencio mientras su voz se desata tomándose la vida.
Amelia y Amanda
Amelia
se empaña de un recuerdo ingrato y Amanda se manda con el odio barato.
Amelia contamina su boca de chismes
inciertos y Amanda abandona su calma, que está sin alma.
Ellas
no se conocen, son vecinas añejas que sujetan pesares y Amelia peca de
inofensiva, con sus pecas sensibles.
Ellas no se hablan, son reinas del vocablo
libre coqueto y Amanda se ríe sonrojada, por el silbido inquieto.
Amelia
cambió su hábito deseable, por la dieta visual; se negó a volver amar, sin
obedecer a su intuición.
Desencadenó una barrera en su conciencia
abandonada y jamás volvió en sí, por no olvidar que fue de mí.
Amanda
se calumnia de soltera, en paños módicos; destaca cada camino libre, que se
desea en sueños.
Colmó su paciencia, por buscar el
verdadero error y se enamoró de la mentira, por olvidarse de ella.
Amelia
vive con el espejo empañado de preguntas, no sabe si está despierta o si duerme
en el bullicio.
Amanda se viste de bella, para el galante
que la perdió y jamás lo buscó, para aclararle que siempre lo amó.
Ellas
no saben que escribo sobre ellas, por miedo a los celos; ellas viven muy lejos
de mi tinta derramada por años.
Amelia no olvida al cegatón, que no se vio junto a ella y Amanda me odia, porque jamás se enteró que la amé…
Tu voz en un beso
Ruido
estruendoso y vigilo mi calma en aquel bullicio, respeto el silencio que me
grita la inocencia de aquel beso.
Resigno mi presente, con tu claudicación
inesperada y aún te respiro sin oxigenar mi alma.
La
voz que desata un verso de tu labio, genera tentación de alquimia para mis
manos.
Ella no sabe que me encandilo con su bocado sensual y me quedo perplejo, al
silencio que me vulnera.
Ella
destila su aura, cada vez que pasa por el viento y no me quejo del color fugaz,
cuando verso sus palabras.
Su
beso me delató, los cielos rezados del pregón y me hizo perder el presente, con
su labio preciso.
El asiento se desespera, por tu espera que me versa y te espero en la quietud, que baila con una musa…
Romaña
Su
maña reinventa una mentira piadosa y contagia al inocente que ya no sueña.
Romaña descarta los enojos con su
hipocresía, tomándose la vida en vaso con su ironía.
Perdió
los papeles en una apuesta con sonrisas, despistando los demonios de aquella
falacia.
Romaña sonríe en su decencia cizañera y
perdona los rencores, que defecó su demencia.
Huyó
de su espacio sin galaxia en la vía láctea, restó a la creencia para salvar su
pellejo muerto.
Romaña restó cada silencio, en una sonrisa
esquiva y prestó sentido a la vida, con cada peso ligero.
Ganándose
la vida con boleros de guitarra, escribe cada verso sin cielo claro confundido.
Romaña canaliza los pasos lerdos que
olvidó y perdió amores, por el cinismo que recogió.
Se
alejó de su familia con el vicio vacío, su ropa se duerme bajo el puente del
alcoholismo.
Las noches techadas, le regalan estrellas
de enjambre y el señor dona vida al que se la quita.
Romaña
le da un sorbo a esa botella sin copa, se muere en vigilia con la sobra que
malgasta.
Recita un sentimiento en su vida concluida
y la lluvia empaña su realidad, en soledad…
Cielo despejado
La
lluvia moja las cenizas apagadas y se serenan por extrañar a la razón.
Cielo
despejado por las horas sabias, que inundó cada lágrima salada.
Te
veo en mi cielo taciturno de día y de noche, extraño abrazar a la vida.
Cielo
que se nubla para olvidar pesares, escuchando un saludo acústico en verso.
Cielo
calmo que refleja una lluvia seca y me siento esfumado de mis rencores.
Cielo que se culpa por las estrellas
lejanas y despejo el viento helado de mi voz.
Mi
espera se desvela de luces azules, el cielo se rasga con sus nubes grises.
Cielo despejado que solea en tus ojos y recuerda que la pena a veces empapa.
El
cielo me despeja de los trucos vanos, la libertad se vuelve carne ligera y
tibia.
Cielo calmado por un detalle invisible y
te quiero verde, para recuperar la vida.
Despéjate
del complejo que es inservible y el cuerpo huesudo del muerto, resucita.
El vistazo se pierde el cielo, por los ciegos y me perdono por ser humano en vano…
Muñecos
Muñecos
fantoches que se reprimen por un ventrílocuo y el mundo está lleno de masas
perdidas en el más acá.
Mi cuerpo es de jebe, con piel de barniz
lleno de culpas y me dicen el muñeco rumiante que se come a la tierra.
Muñeco
utilizado, para el bien o mal del cielo en la tierra y busco platicar con el
autor que nunca me responde.
Muñeco del espacio invadido por una falda
forastera y estoy feliz con el vacío, para caerme en ese socavón.
Muñeco
infalible, que se vuelve estatua de espectro y me vuelvo armazón de carne cruda
para el hielo.
Muñeco inservible, que se equivoca sin
callar la boca y me derrite tu fuego, que quema con el frío torrente.
Muñeco
desglosado que se hunde en caída libre y mis manos están marcadas, por el hola
de tu adiós.
Muñeco que sabe olvidar los maltratos de
la egoísta y mi corazón no tiene vida, para latir con un te pierdo.
Mi
espacio está infectado de plagas que me adoptaron y el muñeco vuelve a nacer,
para crecer deletreando.
Muñeco que vive con el sabotaje de los años ingratos y la muerte lo espera resucitado, para ser el elegido…
Biografía
Abel Cardejal (Lima,1984)
Cuerdo Ediciones es su sello de autor y
editor en la actualidad.
Ha publicado dos poemarios, dos
microrelatos, dos novelas breves y un libro de cuentos infantiles.
Embajador de Arte Poética Latinoamericana
en Perú́.
Miembro del Colectivo Cultural Uniendo Sueños 2021.
Libros Publicados:
·
Monólogo
de algún cuerdo. (Poesía)
·
Para
que me odies como te amo. (Poesía)
·
Ideas
que esperan una pera. (Relatos breves)
·
Historial
de un escritorio. (Novela breve)
·
CUEN
TEN (10 cuentos).
·
El
beso del hambriento. (Novela breve)
· Anónimo silente. (Relatos breves)
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