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Viviana Gonzales (Bolivia)


La poesía de Viviana será guía y sostén. En sus versos sensatos y enormes moriremos abrazados juntos varias veces. En su palabra buscaremos refugio, el silencio nos albergará, caminaremos entre volcanes, empezaremos a volar hasta llegar siempre al viejo patio de la memoria. Aunque nos acostemos con desilusiones, sus poemas son la otra oportunidad que nos da la vida.

De relojes y saltamontes

Ayer he visto a una mujer a los ojos

con ella errantes transitan mis pasos entre volcanes,

macabros recuerdos de una tierra/

un tiempo

que es más cercano al tiempo de un saltamontes verde;

un monstruo infantil he reconocido

en los ojos cubiertos por capas de neblina.

 

Los extranjeros transitamos espacios;

un día de hace muchos años

fuimos también nacionales. Un país que ya no es,

los güeros de este rincón de la calle veintiuno

llevan escondidos saltamontes

verdes                           diminutos.

 

La mujer es ahora una rama oscura cubierta

por un musgo tejido por hilares de alpaca;

esta noche habré de buscar refugio en sus brazos.

 

Es tan breve el tiempo,

el tiempo de los saltamontes.

 

Todavía el amor 

Es un amor pequeño que perdió su camino:

venía ya la noche…y con la noche vino.

Dulce María Loynaz

 

Fuimos buenos también

intentando sostener naciones

aleteamos nuestra juventud

y amanecimos entusiastas

sabiéndonos guía y sostén del pueblo.  

 

Guerreros adolescentes que hablaban

en lenguas de siete mundos,

de siete murallas, de siete reptiles

entusiastas por desenmarañar

las sábanas de la cama de tus padres

acorralar las horas después de las cuatro:

tus clases de francés.

 

Sensatos y enormes en las diminutas distancias

           de nuestra ciudad

guardábamos entonces notas musicales

y permisos de escuela.

Alegres nos sabíamos cantores

y escondíamos llaves con secretos:

la política, los hijos, el futuro prometedor.

 

También nos morimos juntos tantas veces

plagados de nostalgias

 

abrazamos flores rojas en pequeñas habitaciones

mientras limpiábamos baños en europa

y rascábamos monederos vacíos.

Las profundas llagas hablaban

para desenterrar a nuestros muertos.

 

Nos comimos la sangre y las tripas de la burguesía

que finalmente nunca logré destruir.

 

Me dijiste no. No es tu tiempo

y te cerré las puertas de casa.

 

Hubo momentos de pausa,

silencios encubiertos de vértigos

que solo sonaban junto a los platos rotos

de un hogar quebrado

y un callejón de hambruna de cuerpos.

 

No fuimos los que quisimos ser,

se acabó el papel higiénico robado,

los cigarros en el cuarto

de pobreza extrema

y llegó, aún peor, la madurez con dinero

pero sin nuestros nombres.

 

Dimos por hecho la crecida diaria de musgo

en medio de nuestra cama.

Sedientos de esperanza

nos acostamos con desilusiones

y ruinas que encuentro todos los días en mi calzón.  

 

No logramos cabalgar corceles de siete colores.

Sin embargo, en blanco y negro, aún queda una luz

que se acerca por nuestra habitación, atraviesa el baño,

el cuarto de nuestro hijo

y me asegura que todavía somos buenos

guerreros

adolescentes

amantes.

 

Encuentro

Rozo tu cuerpo contra el mío

mis manos se convierten en alas

tu pecho late a mi ritmo

 

Canto

 

mis senos se abren

y esperan a tu alma

vigila mi pubis tus pasos

voy contando las nubes

y tu cabalgas


suavemente


sobre mis almohadas.

 

Dejaré la hierba huérfana

Recuerdo mi niñez

cuando yo era una anciana. 

Alejandra Pizarnik

 

Dejaré la hierba huérfana

justo en la esquina del barrio aquél

la casa amarilla

y las ventanas abiertas.

 

De quedarme en algún lugar

habitaré siempre el viejo patio

de mi memoria:

la casa de mis abuelos.

 

Solo la infancia es la vida.

 

Los perros corrían entusiastas

me hice una que otra herida

antes de este pensamiento constante

yo era un ser inmenso vestida de seis.

 

Si viene la muerte a buscarme

que me encuentre diminuta

en los recuerdos del patio florido

donde habitaban mariposas

lombrices

y canarios.

 

Visión de tristeza

Por las tardes me siento en las afueras del miedo

y espero el tren doscientos ochenta y cinco.

En ocasiones el fango no me deja

levantar los pies o subir

en la espesura del tiempo y resguardarme

en el vagón primero.

 

Las ventanas de mi rostro

esperan su limpieza con los dedos.

Hay un charco de lluvia a las cuatro,

un pez multicolor se desliza río abajo.

Abro la boca,   

el pez se adentra salado en mi lengua

¡pecesito solitario!

 

Las paredes del miedo miden llantos de alto,

odios de ancho, 

el hombre se cae

desde el piso doce de la calle Dorant,

tiene el pecho atravesado de cuchillos,

un suicido colectivo de morsas  

desde la bruma celeste de mi memoria,

creo que poco más puedo decir

 

mientras trago peces como serpientes

como dagas punzantes

como cuchillos

alfileres plateados.

 

Un día también pude ver un tigre a los ojos,

el aleteo de cisnes.

Suave pronunciamiento

del nombre de las hojas.

 

Hay formas de no escalar paredes

[si no quieres

 de preferir la tarde

[sin lluvia

de no mojarte en los charcos

de aceptar la vida.


Biografía

Viviana Gonzales (La Paz, Bolivia, 1985). Poeta y dramaturga. Licenciada en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid; Máster en Arte por la Universidad Complutense de Madrid y Especialista en Seguridad Internacional por la UNED y el Instituto Gutiérrez Mellado. Premio Nacional de Literatura en Poesía (Santa Cruz, Bolivia, 2019) por su poemario “Hay un árbol de piedra en mi memoria”. Colabora en distintos medios digitales nacionales e internacionales. Es promotora de lectura para jóvenes; ha impartido distintos talleres de literatura (FILIJ, Club de Lectura de La Paz, Bolivia, Casa del Libro de la UNAM).  Ha sido maestra de literatura para preparatoria. Participa activamente en distintos foros, coloquios y pláticas sobre literatura y poesía. Trabaja además como editora independiente.

Ha cursado talleres literarios en la UNAM, el Centro Xavier Villaurrutia, casa Lamm; un diplomado en Creación Literaria en Literaria Centro de Escritores y otro en Literatura en Lenguas Indígenas de México en el INBAL.

Actualmente está trabajando en la publicación de su segundo poemario.

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