La poesía de Marta es aquel
temporal que no cesa sobre el mapa. Sus versos son el naufragio de barcos sobre
mares de cerveza, llevan ese sabor a cobijo. La poeta Pumarega deja constancia que
su alma está llena de nostalgia, pero, aun así, se desnuda con todas sus
palabras para convertir el frio en calor, lo ordinario en poema.
Exilio
Voy a dejar Madrid,
los bares donde naufragan mis barcos
en espuma de cerveza,
la estación,
la moneda en el estuche del violín,
la plaza desalojada de minutos
por orden municipal,
las madrugadas insomnes
en las que no hago
más que pensar en ti,
que ni siquiera sé dónde estás,
qué techo te cobija ahora,
qué tierra se te tragó.
Voy a dejar Madrid,
sus autobuses rojos
y mis prisas,
las sirenas
desde el segundo piso,
el patio interior
y la nevera vacía,
los poemas inacabados,
las seiscientas palabras
que se quedaron por el camino,
este cielo
que ya no está a gusto
con su noche.
Voy a dejar Madrid,
Tal y como queda tu recuerdo
en mi memoria,
-Intacto-
casi como la habitación de un muerto,
esperando que vuelvas,
aunque ya no vuelvas.
Deudas
De deberte
creo que te lo debo todo,
este aire
que le faltaba a mis pulmones,
tu sabor a cobijo
cuando me besas,
la tierra
en la que te has convertido,
patria
donde amanece el alma
al otro lado del colchón.
De deberte
sé que te lo debo todo,
hombre
que me miras
mientras me desnudo,
que estás
allí y aquí siempre,
abrazo
que no olvido.
Te debo todas mis palabras,
-ya no sucede-
que este escritorio
parezca un abismo y duela.
Esta constancia
Esa constancia de recordar tu nombre
en cada letra,
en cada tienda,
al subir la escalera.
Esa importancia de llevarte siempre,
a la compra,
a mi invierno,
a mis domingos sin descanso.
Esa fatiga de recorrer a solas
el mismo camino,
de escribir siempre sobre ti,
de esperarte en las estaciones.
Esa desolación de llegar después del día,
y mirar el buzón
y sólo facturas,
y mirar la cama
y sólo abismos,
y mirar la casa
y sólo fantasmas.
Para engañarme
¿Qué por qué escribo?
Será porque estoy llena de nostalgia
y hay que sacudirla un poco,
o porque tengo que dejar desnuda el alma,
aunque sea así,
a solas frente al espejo.
Tal vez sólo lo hago para recordarte,
para que no te extingas como la infancia,
para que no desaparezcas,
para que no nos borremos si nos llega el mar.
Tal vez para que perdures de alguna manera,
aunque sea en una sola línea.
Es una manera de traerte,
como si te tendiera mi mano
cuando estoy en el escritorio acordándome de ti.
Como si pudieras verme mientras te dibujo,
como si pudiera verte mientras te dibujo.
Diciembre
El señor del tiempo sentencia
que aquí, en mi país,
el invierno será más grave que en Estocolmo,
más certero,
más cruel,
con más puntería,
que hará tanto frío aquí donde no llega tu mirada,
ni la prolongación de tu abrazo después de necesitarlo
tanto,
que a pesar de que el sol saldrá
apenas será un abrazo leve,
una mano sin un cuerpo que buscar bajo la ropa,
un triste beso en la frente.
El señor del tiempo sentencia
que el temporal no cesará sobre el mapa,
que será imposible
disolver diciembre en una sopa caliente,
resolverlo en una lluvia tras el cristal,
distraerlo en una cama para dos.
El señor del tiempo sentencia
que aquí, en mi país,
que aquí, en mi ciudad,
que aquí, en esta calle,
bajo este techo,
el invierno será mucho más grave que en Estocolmo,
más certero,
más cruel,
con más puntería.
Biografía
Marta Pumarega Rubio,
poeta madrileña nacida en el 76, autora del libro de poemas Antónimo de
cobijo (Editorial Lulu) presentado por el poeta Jesús Urceloy y con un
segundo libro a punto de nacer titulado : El cielo no es azul. Ha
participado también en la antología poética 54 poetas que corrieron la
Maratón de Chicago (Editorial ARS POETICA-2018) y en distintos eventos
online como el "IV Festival de Poesía el Laboratorio de la Palabra"
de la mano del poeta Fran Ignacio Mendoza y en “La Poesía nunca cierra” junto
al poeta Agustín Córdoba García. También ha participado en los ciclos de
lectura del Aleatorio y ha colaborado con sus poemas en
la Revista cultural 142.
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