La poesía de Betsabé puede hacer un temporal. Sus versos son el abrazo afectuoso, la palabra compasiva, la sonrisa impecable. La poeta Letamendi le da ese afán de vivir a los corazones áridos, toda vez que los vaivenes de las olas se llevan a lo profundo del mar la soberbia y la maldad. Su palabra se siente en el viento de la tarde, en el texto hermoso que aún no lleva nombre.
Un poeta
Un poeta ve en una nube
el rostro de una mujer hermosa
En un niño mugroso
el hambre y la tristeza
En una piedra
la belleza de la naturaleza
En la música
el vuelo de las gaviotas
En la poesía, el amor
En el amor
la ensoñación
En la hierba seca
un arco iris diminuto
Puede hacer un temporal
en una gota de agua
Puede construir
un imperio de cristal
Tratar de vivir con el oro
que da el sol
Puede ver en el mar sirenas
Puede saludar con un verso
Puede hacer de una lágrima, una canción
De la sonrisa de una madre, una oración.
Un poeta puede tener en un día dos auroras
En una noche, muchas lunas
En un cometa ver a Dios
Puede imaginar un alma en cada estrella
Puede conversar con el viento
Mientras sueña despierto.
Un poeta puede crear
Su propio universo
Un poeta duerme en la calle
Desnudo y descalzo
Y no lo vemos.
Un
sueño nada más
Anoche soñé con la humanidad
Vi harapos, hambre y llanto
aviones y bombardeos
Niños muriendo con otros niños
Perro comiendo perro
Palomo comiendo palomo
Corazones áridos, soberbia y maldad.
Caminaba solitario un hombre
al que seguían en tropel
Otros hombres
Le arrancaban las ropas
y con ellas la piel
Le acuchillaban el alma
Y con el mismo cuchillo su fe
Vi crapulencia
lascivia y llanto
No conocían la paz
Ni el abrazo afectuoso ni la palabra
compasiva
No sabían que podían ser buenos
Una bala atravesó mi ventana rota
y me arrancó la humanidad
Caída sin sentir ya nada
desperté de este mal sueño.
Sentí lástima por mí y por todos
y apagué el televisor.
Ya
logro escribir sobre otros temas
Es como si he vuelto.
Luego de tantos años.
Dejé tu droga y tu prisión.
Ya para algunas cosas es tarde.
Me dejas ahora sí escribir sobre mi madre.
La luz verde de tus ojos
me dice sigue
Aún no existe alguien
que lleve tu nombre.
¿Te acuerdas de las dos auroras?
De gritar tu nombre al eco
De llevarme tus ojos cuando me vaya
De las tardes en la casita
Del whisky, la cerveza, el vodka
De las largas conversaciones locas
De mis sueños contigo
Del vestido azul
Del parque cómplice
en mis noches de celos
De Nicolás ¿Te acuerdas?
Ya me dí permiso
para vivir sin ti.
Estoy convaleciente
de tantas muertes.
Ahora ya logro escribir sobre otros temas.
Quiero
decirte Señor que no fui mala
Que en el vaivén de las olas
yo fui barca
y que en el afán de vivir
hoy llevo cicatrices de fuego y sal.
Quiero decirte Señor que me perdí.
Y que en el mundo de mis semejantes
preferí
buscar la senda del error.
Quiero decirte Señor que es necesario
apartarle un lugar al amor y al ejemplo
Que en la familia es sagrado el camino
que muestra con valentía el padre
Que es sagrado el camino que enseña
la madre que te dice te quiero.
Pero Señor ¿si no hay eso?
Y el camino desconocido e incierto
te lleva por vericuetos oscuros y yertos.
Cómo se le puede llamar al alma que
Caronte
dejó en el lago de los muertos.
Cómo se le dice al hombre que llora
porque no sabe ser feliz
Cómo se le llama Señor a la mujer
que no sabía que podía ser buena.
Ellos no ven la dulzura de tu compasión
No saben que eres Padre y proteges
No sienten tu amor
No tienen la culpa tampoco
Pero quiero decirte Señor que no soy mala
que en este poema
se desangra mi alma
pidiéndote perdón por todo el tiempo
que no te conocí
porque la ignorancia me causó dolor.
Es tan calmado todo ahora que
quiero decirte Señor con los ojos llenos
de alegría
Que te encuentro en mis dos auroras de
poeta
Que te siento en el viento de la tarde
Que entra por mi ventana
Que te siento en la mirada del ángel
Que habita en mi nube de niña
Porque tengo estrellas propias
Nubes propias
Y un arco iris diminuto que es solo mío
y que fueron un regalo de María.
Sigues
ahí
Sigues ahí, mutilando mis ideas
Carcomiendo mis sentidos
Escupiendo sobre el fango
en que me hundo.
Estas ahí con tu sonrisa impecable
Con tus ojos de gato hipnotizando
a tu presa.
Mi corazón vierte su vino
sobre la copa de tu boca
Tu sangre como lágrimas cae
sobre mi pecho
Ya no puedo hacer nada
Solo reír como loca
Mientras me arranco
el puñal
y te lo entierro.
Licenciada
en Literatura y Español por la Universidad Santiago de Guayaquil.
Periodista
por la Universidad Laica Vicente Rocafuerte.
Ejerce
la Cátedra de Lengua y Literatura en una prestigiosa institución del país.
Co-Fundadora
del Grupo Cultural-Literario Re-Verso de difusión nacional (colectivo dedicado a
la poesía y a la promoción cultural. Año 2006.
Enseñó
ajedrez y fue juez de torneos en el país.
Ha
realizado estudios de actuación y dirección teatral, desempeñándose como
maestra de teatro en prestigiosas instituciones educativas.
Ha
dictado seminarios de Iniciación a la Poesía y de temas educativos en general.
Ha
dictado conferencias y participado en festivales de poesía en universidades y
colegios de la urbe.
Ha
publicado poemas en revistas y diarios del país.
Trabaja
constantemente por la innovación educativa.
Activista
por los derechos de los animales.
Tiene
listo su segundo poemario, un libro inédito de cuentos y trabaja en una novela.
Temporal
en una gota de agua es su primer libro.
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