La poesía de Gabriel destila vocablos. Sus versos son explosiones intrínsecas que nacen entre la levitación y la locura. El poeta Cisneros nos invita a nadar en su mar fogoso, donde todo se desmorona y huir es prácticamente imposible. El sonido de las palabras profana el deseo hasta obtener los frutos prohibidos de la cosecha para embriagarnos de la única redención posible.
Soy
El camino sobre sus aguas,
cántaro de hueso
en sus
profundidades
que vuelve a sus
entrañas
y la ve temblar
en la levitación y
la locura.
El sendero más
corto
al campanario
desde donde
convoca
las flautas y la
fragancia,
los alfabetos y la
piedra,
en el rito
siempre fuego
de sus ojos.
Soy el verde que
dobla
la tarde,
los pasos donde
retumban
las plazas llenas
de globos,
el homenajeado
que se ve amanecer
en una procesión
de deidades
negras.
Dejé de agonizar,
de temer a la
muerte,
de pensar en los
que
se hacen nada
en una escafandra,
dejé de pensar
en cómo huir de lo
imposible.
Soy un hombre
precario y feliz,
en los labios de
una mujer libre
levanté una casa
de amplios ventanales,
en sus manos sostengo
los frutos
prohibidos de la cosecha
y en su vientre
toco el granito
que ancla el alma con el cuerpo.
Soy un hombre
precario y feliz
que en el cáliz de
una mujer libre
perdió los miedos
a la muerte.
Escribo sobre el amor
Me sobresalto en su embriagante himno,
me impulso en su
corriente
y dejo que sus
alacranes
claven su
redención
en el vívido golpe
donde el arriba y
el abajo
se devoran
frente a la
inocencia de quienes los habitan.
Él ha hecho de mí
la encarnación del
coleccionista
que destila
vocablos,
que esconde metal
derretido
en las flores
silenciosas de los burdeles,
el padre
que espera legar
música
y que en la
oscuridad sueña con
la imagen
juguetona
de un futuro de
niños y de libros.
Escribo de la
única redención posible
sabiendo que mis
delfines
un día aprenderán
a volar,
en la vorágine de
la tierra
y en el
deslumbramiento
del amanecer.
Me alejo de las
vanguardias,
temo profundamente
las odas a lo efímero,
la poesía sin la
certeza sacramental
buscando el reino
vacío de las formas;
escribo sin dejar
de enamorarme,
enumerando los
instantes,
las lágrimas,
la luminosidad de
las miradas
en la doctrina
inseparable
donde vuelven las
estrellas.
El amor es una
geometría fugitiva
que tiembla frente
al sol
todas las tardes.
Dudas
Escucho en el amanecer
ese zumbido solo
perceptible
en el trajinar del
silencio.
¿Cuántas orbitas
puede tener
la inmensidad del
amor?
¿Cuántos flagelos
pueden sobrevivir
los viajes de la perturbación?
Te ves
luminosa, llena de
esferas
completa,
irregular,
ajena a los
desencuentros
que tallaron mis
huesos,
eres una espiga de
trigo
en la que germinan
rostros que
sobreviven al papel,
el efecto y la
causa de mi desorden.
¿Es aún posible en
tu ombligo
la metáfora de las
mariposas?
¿La disputa íntima
que colisiona la
palabra
en la pureza
de la primera
entonación?
Tengo miedo que
salgas de mí,
que me dejes
en una esquina de
terror,
en la que se
sequen todas las fuentes
y comiencen a
desmoronarse
los muros donde no
tuvimos distancia;
tengo miedo
que cuando me
busques
te cuenten que fui
interpelado por la muerte
y que no estuviste
ahí
para darme los
óleos profanos del deseo.
Ecuación
Acaso detrás de nuestras cifras,
en la ecuación
cuerpo, alma y
poesía
hemos logrado que
suenen
las lámparas de
bronce
en el horizonte.
Tú, pequeñísima
perla del mar
fogoso;
tú, amas
habitar entre
gitanos
y verdes que
despiertan
en la noche;
tú, guardas
el rocío
para dejarlo caer
desde tus alas inesperadas
en el acto de
amor.
Yo, devorado
por el sonido de
las palabras,
dejo que las
sinrazones
a tientas vayan
desandando
los dedos de la
mano;
soy luz
que se niega a ver
el cadáver en su
propio cuerpo.
Atesoramos la
memoria
en la matemática
del agua.
Eres, soy,
somos
pequeños granos de
arena,
viendo como las
rosas bajo el agua
revelan el
misterio de la muerte
y como en un sueño
olvidamos el
código de todo lo aprendido.
Eres, soy
somos
islas descubriendo
su fragilidad
en la imparable furia del mar.
El silencio
Acumula rastros del relato
donde fuimos
- un cuerpo de cuatro brazos
armándose en la complejidad
de
la materia y el azufre-
bala desbocada
buscando ver como
perdían el aire
los globos
acuñados
en las explosiones
intrínsecas
al frotar lo
cóncavo y convexo.
Tal vez ese
mutismo
es el anuncio
que la hidra de
los días
ha devorado
el aceite y el
tatuaje
que encendía el
fuego
en las costillas
de ese cuerpo bicéfalo
con olor a mar
lleno de peces,
de ese cuerpo que
no ha podido sobrevivir a la distancia
y a la bigamia de
expresiones
embrocadas en la
línea de lo ajeno.
Pongo el corazón
en el limonar de
mi casa,
espero oírte
cantar
sin una jaula,
cantar como cuando
fuimos
parte de ese
cuerpo
en las infinitas
posibilidades
de la geometría
que ondula en la
misma
travesía.
El silencio
es el caos en las
dos mitades
de un cuerpo
que apenas
sobreviven
fuera de sí
mismas.
Biografía
Gabriel Cisneros Abedrabbo nace en Latacunga – Ecuador (1972)
Ecuatoriano – palestino. Escritor, comunicador social y gestor cultural.
Editor de más de cien libros, coordinó en la provincia de Chimborazo la Campaña Provincial de Lectura Cien Joyas para Leer. Ha publicado más de una docena de libros, además en antologías, periódicos y revistas dentro y fuera del Ecuador. Ha participado en ferias de libro, encuentros y recitales.
Varios de sus textos han sido traducidos al inglés, árabe, rumano y gallego.
Esta muy cabrón
ResponderEliminarEs una antorcha encendida de labios africanos y de hábitos africanas, de agua y de mares. Ecuatoriano significativo
ResponderEliminarY
Digno de aplauso a millar. El Mejor de mis abrazos .💧y🌞. Yo..NMQG.