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Marialuz Albuja Bayas (Ecuador)


La poesía de Marialuz anuncia un encuentro. Sus versos acarician la gruta en que vivimos y todo lo bueno se despierta. La poeta Albuja tiene esa fuerza de las olas que derrumban la rabia innecesaria hasta convertir ese vacío en locura. Tal vez por eso aún el tiempo no se ha ido.


Estos placeres de la carne


Sus movimientos en la orilla que no sabe 

dónde el fin

dónde el destrozo.

 

Amamantarlo sin ninguna pretensión.

Vagabundear 

condescender

besar el barro.

 

Hace ya mucho que no era tan humana.

Y ahora que lo veo

tan divina.


 

Me miro y no me reconozco

Algo de bueno se despierta

sin que yo lo haya buscado

 

el aire

el sol

la tierra

los gusanos

 

todos los todos de la luz

sus claroscuros

 

el aire

el sol

la tierra

los gusanos.


 

Romper el vaso contra un muro.

para ahogar a las hormigas que buscaban alimento

y se toparon con mi rabia en la baldosa.

Regar el jardín por si un día regresan las nubes.

Partirme en pedazos.

Igual que una pluma 

yacer.

 

Del jardín de nuestra infancia quedó un túnel de ciprés

que el bisabuelo vio crecer hace cien años

 

terciopelo de las guabas esparcidas en el césped  

humedad en la pileta derrumbada

fulguraciones de la luz entre las plantas…

         

Tal vez por eso aún el tiempo no se ha ido.

Todos me dicen que lo han visto en aquel sitio

como quien mira sus rituales

despojado de sí mismo.

 

Fiel a su entonces.

Detrás de la brisa

 

esperando.


 

Retumba en el muro un sonido

la cadencia que tanto esperé  

y sólo ahora

porque no me sirve

llega.

Igual que en la lejanía

tus pasos anuncian encuentro

se apartan las aguas

la noche bordea tu filo

 

y te dejo partir

 

otra vez.

Como siempre.


 

Ahí va el abuelo entre los manzanos

y todos los vientos queriendo llevárselo.

 

Su voz acaricia la gruta en que vivo.

 

“Cuando el gato negro de tus pesadillas

sea prendido de un madero

en algún muro a media noche

te avisarán los buitres”.

 

Y al fin podré salir a desgajarme.

 

 

Con nada más que los ojos

rasgamos el velo de agua

que descendía sobre la tierra

y oscuro

desde los templos

se deslizaba a besarla.

 

Así, entre los dos,

el inquieto caer de la música.


 

Más allá de los barcos se esconden los inocentes.

Soñadores que se abandonaron a las aguas

como a una más de sus locuras.

 

Más allá de los barcos reposan los inocentes

los que no pudieron con la fuerza de las olas

y se encontraron con los ángeles en el camino donde se creyeron perdidos.

 

Más allá de los barcos se esconden los inocentes

sólo dueños de sus pasos

de las miradas que cruzaron con otros

de los roces en que supieron reconocerse.

 

Más allá de los barcos descansan los inocentes.

Los veo flotar cuando todo se apaga

les digo que estoy de su lado

 

pero ellos no escuchan

a quienes temieron seguirlos y ser, para siempre,

torrente de augurios que traen consigo pedradas y estrellas.

 

Más allá de los barcos se juntan

y mueren

tal vez dichosos

los inocentes.


 

Sentiré tu frío en mi espalda

miedo que baja sin cuidado por los muros de la infancia.

 

Contaré gradas y sueños

hasta que la luz se apague.

Destruiré los adoquines para verte.


Biografía

Marialuz Albuja Bayas nace en Quito, 1972. Magíster en Estudios de la Cultura con mención en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Andina Simón Bolívar. Ha publicado los poemarios Las naranjas y el mar, Llevo de la luna un rayo, Paisaje de sal, La pendiente imposible y Detrás de la brisa. En novela ha publicado En caso emergencia (no) rompa el vidrio y Maura. En 2017, la Academia Hispanoamericana de Buenas Letras le otorgó el premio Dámaso Alonso en la categoría Creación Literaria. Obtuvo el premio Proyectos Literarios Nacionales, otorgado por el Ministerio de Cultura del Ecuador en 2008. Y sus dos novelas ganaron el premio Darío Guevara Mayorga a la mejor obra publicada en su categoría (2017 y 2019). 

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