Ir al contenido principal

Jennifer Rojas González (Costa Rica)


La poesía de Jennifer busca el mordisco en unos labios que gritan y salvan. Sus versos diseminan el instante y recorren el delirio en todos los sentidos. El texto de Rojas se acuna en mis manos mientras se hospeda su palabra a la orilla de mis párpados. Al fin se acabó la espera. 


El juicio

“Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne”

Ernesto Sábato

I

La pintura de aquel pasillo

es idéntica al boceto que me asecha

al cruzar la avenida onírica

de todos los tiempos.

El fotograma copia varias veces

otro museo sin instante

sujeto al precipicio de la esquina.

 

II

Virginie Demont-Breton nunca nació

susurra mi oído izquierdo

como pecado entre los dedos de una prostituta.

“Iribarne es una ciudad iluminada desde el interior

una luciérnaga en medio del aguacero,

umbral y cosecha de mis rescoldos”

 

III

Mi pupila da brincos como tempestad

y el mundo vuelve a formarse

en el acrílico de la sangre…

No invocamos mariposas,

no supe teñirlas a los pies del cronómetro.

 

IV

El sudor me recorre los iris del pecho,

no consigo esculpir la desembocadura,

los trajes me inundan,

la lluvia deja caer mi semblante…

con los disparos del índice.

 

No enmarco mi frente

en el centro de la sala,

busco el delirio en pretérito,

mejor o peor que el ahora…

¿Qué importa si soy una colección de pesadillas?

 

V

Ella y yo, cercados por el mismo túnel:

“—María, ¿ya saliste del mar que pinté para ti en ese cuadro?”

“—Si fueras mañana, ¿a qué hora regresarías? ¿volverías hoy mismo?”

 

VI

“—María, ¡Pero si habíamos quedado en vernos a las cinco!”

“Quizá debí decirle a Ernesto

que escribiera por primera vez ese número

en la página que lo imprime dos veces

para no duplicar la espera”

….

“—Le restaría un par de divisiones al lienzo…

la cifra perfecta que fuimos…

cuando el pincel no trazó a nadie más.”

 

VII

Dicen que repite ese nombre sin tregua

y responde todas las interrogantes

que los años nunca le hicieron

“—Solo Dios sabe si ya estaba loco

o si la sentencia le afectó hasta que perdió el juicio

Vociferó Ernust al salir de terapia y volver a habitar el manicomio

 

 

Fidelidad de papel

Entre ramos y perdones

emergen los nudillos de copas

para triturar mi rostro. 

 

La cuenta regresiva de tres hilos

estampa mi figura

en el diluvio del espejo

y al huir del amén

busco el mordisco

que no supo arañar

los vidrios de mi infancia…

 

Desde el velo cosido en el hueso

hasta la Biblia inseminada en otra finca…

Mi garganta es un bastidor sin tragaluz,

donde columpio mi ceño

y dejo salir un “sí”

                            cuando los gritos del agua

                            lloran con un ¡NO! entre dientes.

 

En época de colmillos

se ausenta el fonema,

mis labios se pintan de agujas

y sin un hilván como credo

                                            soy del muro que nos observa…

mientras la clorofila de mi vientre

es manoseada en todos los sentidos

por el sol que se persigna en el altar

y saca la navaja detrás de la puerta…

“— ¡Lo detesto!”

 

El juramento hospeda al beso suicida

lo acuna en sus manos…

y con el alfiler como órbita

el caudal es médula de silencio.

 

Mi entrepierna convulsiona

enferma de náuseas.

“— Yo prometo serte fiel (…)”

 

“—La tríada toca el centro

con la punta de la hebra:

Láquesis y Cloto escondieron las tijeras de Aisa,

la Moira mayor se convence…  

es más fácil cortar papel que hilo.”



ABC

A

Descendí sobre la arena

al filo de otro mar

habitante de tu vuelo.

 

B

Desperté mientras me cosía

los regazos de tu nombre

a la orilla de mis párpados.

 

C

Otro desierto

se hace milésimas

para aprender a contar

los gritos que diste en el pasado

para salvarme de tu presente.


Biografía

Jennifer Rojas González (Palmares, Costa Rica, 1997). Escritora y poeta en formación. Actualmente cursa dos carreras en la Universidad de Costa Rica (UCR): Enseñanza del Castellano y la Literatura y Comunicación Colectiva.

En 2019 cofundó el Taller Literario Círculo Inguz. Participó como gestora cultural en la Unión Hispanomundial de Escritores en Costa Rica donde cofundó eventos literarios como “Brindis poético sin fronteras” (2020), “De palabras y otros senderos” (2020) y “Alas en verso” (2021). En 2020 ganó el Concurso de Poesía “Con una palabra puedo alcanzarte” organizado por la UCR. En 2021 se incorporó al Movimiento Cultural Internacional ERGO como parte del equipo en Costa Rica.

Ha sido publicada en antologías y revistas, entre ellas: Las brujas de la Comuna Maga (Costa Rica, 2018), antología Mujeres Poetas en el País de las Nubes, XXVI Encuentro Internacional (Oaxaca, México, 2019), Revista Comelibros (Costa Rica, 2019), antología Nueva Poesía Costarricense (Costa Rica, 2020), antología LOs Gritos de Medea: Violencia de Género en la Poesía Costarricense (Costa Rica, 2021), Revista Kametsa (Perú, 2021), Santa Rabia Magazine (Perú, 2021), Granuja Revista (México, 2021), Casa Bukowski (Chile, 2021) y antología Luces tras la cortina, a cargo de la Revista Kametsa (en proceso).

Comentarios

Entradas populares de este blog

Karina Gálvez (Ecuador)

La poesía de Karina es aquella perla que brilla en la noche. Sus versos se convierten en caricias que maniobran a rienda suelta hasta convertirse en nuestro centro de gravedad. Su voz abraza sobre lienzo y lona, llevándonos al remanso de la fantasía donde se galopa de rosa en rosa y donde el poema se convierte en piel. Derramará ríos de prosa para llevarnos a lugares en los que nunca estuvimos, entre el alma y el deseo, llenando madrugadas hasta que el secreto se vuelva luz. Amazona Él, con su amor, me ha raptado como a Antíope raptó Teseo, y una guerra ha desatado entre mi alma y mi deseo.   En vano elevé mi pelta para huir de su mirada, pues sus ojos traspasaron cual sol entre mis pestañas.   Como Hipólita, ceñí en mi vientre un cinto lleno de magia, que él maniobra a rienda suelta en todas nuestras cabalgatas.   Y es que, igual que Belerofonte, sobre Pegaso revuela.  Sus alas, que lo hacen libre, me vuelan a una luna llena.   Talestris y Ale

Paula Andrea Pérez Reyes (Colombia)

La poesía de Paula Andrea es la llama que danza sobre las melodías de cada momento. En sus versos se ha despertado mi deseo y encuentro vida. La escritora Pérez Reyes suspira sobre sus corrientes y mantiene encendida las palabras, los gritos y las líneas de nuestros cuerpos. Me refugio en su escritura para escapar hasta llegar a otro aire, otro tiempo. Ela sobre la laguna de Estigia A Gustave Doré que sigue en la barca Ela va en la barca sobre la laguna de Estigia Ela suspira sobre sus corrientes  Y en un vaivén de venenos para prolongar el recorrido  encuentra  un alma atrapada en una esquina de la barca. La vida es una débil llama que danza las melodías de momentos  Ela es una vela que se mantiene encendida  alumbra sobre la laguna de Estigia El tintineo de las monedas hace contraste entre las moradas de la tierra y el mundo del olvido. Esta noche no viene Flegias Esta noche no nos visitará Caronte Esta noche Ela deja los cuerpos a las puertas del abismo

Lorena Salazar Suquilanda (Ecuador)

La poesía de Lorena parece que vive en el viento. En sus versos es posible explotar desde adentro y perder no solo el juicio, también el aliento. Vamos por la vida tropezando entre líneas viendo a la poeta Salazar recoger el asombro y escribirlo a la intemperie mientras saboreamos el cuerpo de su texto. En el vilo de sus manos, su palabra se atreve. La odalisca No puedo pedirte que no te marches, Los fantasmas de mi closet,  se cuelan en el tiempo  y dicen a gritos  que la noche  será espesa  y fría si te vas.   No puedo atreverme a no tocarte. Caminar ingenua en tus lagunas  y arriesgarme a no beber Acampar en tus fangos Abismos estridentes Bañar mis manos  deshabitadas si te vas.   No puedo escribirte sin dejar de saborearte Encontrarte en el olor a tamarindo Imaginar tu lengua aleteando como abeja Posándose en mis flores  abiertas al rocío Gotas frías Evaporadas Si te vas.   No puedo oír sin cantarte alaridos y arañazos Corea