Natalia es la mujer que grita sin miedo, que alza la mano. La poeta Jaramillo escribe poemas con el ímpetu de todas las batallas porque hay esperanza en el manjar que ha creado bajo su lucidez. Sus versos se niegan a parir un futuro incierto aunque el paraíso se haya ido pero el talento la habita y su alma blanca sale a flote hasta convertir todo lo que conocemos en un cielo despejado lleno de mejores tiempos.
Matrimonio
Lo único que
hacía en ese tiempo
era tirar de la
balanza y respirar mal.
Mi lucidez no
bastó para decir no.
Nunca estuvo
ajeno a mi cuerpo
el paraíso se
fue.
Aunque arañaba
mi cuerpo
y me dolía,
lo único que
hacía era reír,
aún no entiendo
por qué.
Nunca mereció
nada de mí.
Tal vez lleguen
tiempos mejores
Y estoy triste
porque sé
que debo
esperarlos.
Las cosas no son
como antes
nunca fueron
como decían que serían,
me mintió,
todos me
mintieron,
yo les mentí.
Ya no se puede
hacer nada
La vida nos jugó
una mala pasada,
Nos introdujo a
los dos en el mismo juego
y con una sola balanza,
claro que él
respira mal y yo no.
Ahora lo único
que hago es reír,
Me río de toda
esta maldita vida,
de esta maldita
historia
que araña mi
cuerpo,
que muerde mis
pensamientos.
Estoy
envejeciendo al lado de alguien
a quien debería
matar.
Soy la mujer
Soy la mujer
que tiene un
hueco entre los pechos
Que se niega a
parir un futuro incierto.
Que ha sido de
la época
en que hombres y
demonios son los mismo.
Que le dijo
adiós a las palabras de amor
por ser
venenosas y dulces.
Que martilla
cada día su cabeza
con la soledad.
Que vende hijos
en almacenes de sueños.
Que escribe
poemas
para matar a los
hombres
porque todavía
le teme a las armas de fuego.
Mujer
Estoy habitada
por hombres y tormentas
por los oscuros
caminos de la niñez.
Soy cielo
oscuro, pantano y montaña.
Tengo la fuerza
de mil hombres
en el ímpetu de
todas las batallas.
Soy el vientre
dispuesto
y el alma llena
de verdades.
Estoy hecha de
tierra negra
siempre lista a
dar fruto.
Guardo
oscuridades hasta el amanecer
porque no
necesito estar protegida,
ni ser
bendecida.
Mi horizonte se
cocina solo
y va más allá de
cualquier puño que se crea útil.
Me levanto
amoratada, herida
con la leche
lista para toda nuestra prole
y tu condición
de macho no me dirá
cuál es el
camino que debo seguir.
Estoy habitada
por hombres y tormentas,
soy una mujer
que grita sin
miedo
en medio de
tanto lodazal,
de tanto maldito
futuro no hecho para las mías.
Estoy cansada de
pertenecer al abismo,
de ser presa y
deshonra.
Soy una mujer
que alza la mano
que grita sin
miedo
¡no más!
Lo que hay
Hay una espera
voraz de carne.
Un infinito
cielo
que solo quiere
que seamos menos divinos,
un camino
solitario
en el que
amanece más temprano.
Hay un vínculo
perdido que no tiene vuelta atrás.
Una ventana que
le exige al pasado
dominio perfecto
del olvido,
un circuito para
pies descalzos,
escaleras sin
retorno.
Hay una espalda
que detona saliva.
Una palabra por
decir,
una calle llena
de escombros
un dosel con
telarañas
un desierto
perdido.
Una mujer que no
sabe nada
y le teme a los
años.
Hay un tal vez
que trae esperanza
y que no termina
con este poema.
Memoria viva
Mi vieja se abre
camino antes que el sol.
Ya el maíz está
listo, muchas horas
de abrasarse en
agua con sal.
Lo escurre como
pidiendo misericordia,
agachada al lado
del ollón.
No hay nada para
perdonarte, madre,
la mierda que
nos cae encima no es tu culpa.
Ellos se lo
llevaron y aquí estamos
remendando la
vida a punta de arepas.
Se recoge el
pelo en una moña
y aprieta el
maíz con toda la rabia contenida,
saca su alma
blanca entre los dedos.
Se mueve con
cadencia de un lado a otro,
mueve sus nalgas
al compás de sus pensamientos,
siempre han sido
bellas tus nalgas, madre.
El tiempo de la
danza
es el mismo que
deja lista la masa.
Entre sus manos,
pedazo a pedazo,
forma bollos que
luego aplastará
y pondrá con
cuidado a asar entre brasas cálidas.
Las voltea
lentamente sin más herramientas
que sus huesudos
dedos.
Ha creado un
manjar listo para recibir
y acompañar
cualquier otro alimento.
Usted es como la
arepa, madre,
un trozo de masa
insípida
que es nada y lo
es todo,
memoria viva de
estas montañas
desayuno y cena
cobijo
alimento.
Biografía
Natalia Jaramillo Ramírez. Escritora colombiana, nacida en
Envigado, Antioquia, 1977. Licenciada en Español y Literatura de la Universidad
de Antioquia y Magíster en Escrituras Creativas de la Universidad Eafit. Amante
de la cocina, el jardín y los viajes largos en moto. Andariega y conversadora.
Trabaja como redactora y guionista en una agencia de comunicaciones de
Medellín. Es voluntaria en la fundación
Librosbarco que trabaja por la promoción de la lectura en Colombia.
Hasta el momento tiene publicado los
libros de poemas:
Poemas para matar a un hombre,
ganador primer puesto modalidad Poesía en el Festival de Arte Joven, 1999 de
Antioquia; Golosinas para comer con las manos sucias. Ed. Pla-ke, México
2016; Toda la sangre que nos queda, Fallidos
Editores, Medellín 2019. Colección de piedras robadas, Angosta Editores,
Medellín 2022
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