La poesía de
Miriam es una encrucijada que desviste el asombro. Sus versos son la euforia,
el latigazo en el aire que roza la distancia que nos vuelve profetas. La
escritora Leiva se queda con la última palabra y se la bebé lenta hasta atrapar
el grito del viento que habita en la sequedad de lo inesperado.
Duele hasta el acantonado respirar de los huesos
la somnolencia que no da respiro
el punto de la distracción en las paredes
las hilachas de las horas
los días envueltos en enajenaciones
la distancia que nos vuelve profetas
la más larga mancha de óxido en los muros
hasta el ahogo
duele
hasta el vació sin disolver
duele
en el fondo, en el atraso de los no y los si postergados
duele
el pretexto y la resignación
las veces en que apago la luz y atraso la dispersión en minutos
el recuerdo instantáneo
duele
escuchar el latigazo en el aire
la euforia, el silencio los cien panes negados
el ayuno, el apetito
duele
como el enojo como todo lo que se va sorprendido
el responso en solitario
la búsqueda de las iguales en la fosa
común duele.
Estuviera indefensa baja llena de malos augurios
áspera y
descalza en la penumbra
sobria con la
botella tocando fondo
estuviera
bebiendo
cicuta, arsénico, cianuro, talio
las bebiera
lenta
en el silencio
de las lámparas
oscuridad
deshaciendo recuerdos
espejo roto
fragmentos de
tardes
materia no
atravesada por la luz o el sonido
oxidada de
espanto
las bebiera a
gotas deshaciendo el cuerpo
condenada a los
filtros de los vientos que cruzaran
estuviera
despenándome
en lo húmedo
del vaso, en la sequedad del aliento
estuviera
cautiva de la
forma de cada envase de veneno
y lo que me
contiene.
CEMENTERIO CLANDESTINO
Así, mi hombro ahuecara su curva/Anidara las
sombras /de la humillada cerviz/Será tuyo y mío el dolor/nos moriremos. /
Seremos ave fénix, en el espacio azul del universo.
Kelly Salinas Hernández.
La piel crucificada agoniza
los roedores entraron a la mente
se alimentan del cuerpo
las aves disecadas en la nada
el alma que se niega a ser carcomida
por el agua que la inunda
Hueso duro de roer la falange
que la sujeta a la madera de ciprés.
En la encrucijada desvisto el
asombro
la voz del miedo
¿usted pregunta?
Sabiendo que la
respuesta
quitara el silencio y siempre es mejor el silencio
ahorcara la palabra definitiva
muto sobre las ropas que caen
paralizada digo
No insista, salga a ver la
lluvia
no me obligue a respirar
en este mundo de muerte
Desangro de tanto
vértice
aristas de un poliedro
entre los cuatro clavos
veo el agujero
Las llagas
Tan lejos la voz que grita
cuando enmudezco.
Cementerio clandestino
Los colores han envejecido
En la semioscuridad
Detrás de la sombra
golpea la madera y hace cuchillos
para cansarse dice:
le asusta la mano que descubre
el pie clavado
la acuarela en la boca que solloza.
Estoy atrapada en el
miedo
a lo que no pude entender
dentro de mi cabeza
el can entierra sus dientes
ladrido funerario de esta mente
y mis huella digitales
para la razón que pierdo
¿Dónde estoy ahora?
En algún cementerio clandestino
Triturando mi sudario
Toda esa mortaja
tabla de sepultura
donde bebo negras burbujas
deshilando el tambaleo
de mi mano
en la huesera
cuelga el clavo las aspas de la cruz
la mujer que hizo cuchillos
del madero
revelo el negativo
donde miras tu cuerpo inmóvil
el mismo ojo de cerradura
donde yazgo cada día
encallada a la guadaña
y mis vertebras
una a una entregada
hecha astillas.
Cementerio clandestino
Hueso suelto
me descubro tétrica
sin medida de protección
conjuro esa perversa hora
alevosa la mañana en que amanezco
quisiera desastillarme a otro fulgor
descolgar el silencio sobre una lápida
el roce imperceptible de la arena
esconder el grito
lo irremediable
que sea decapado en ceniza
hueso naufrago
de este dedo y su falange.
Oigo desde aquí
todo es arrastrado porque la voz que te contiene
no comprendía las voces
la música de una mujer muriendo lentamente
lenta-mente
atravesando su tejido con la melancolía y su nombre
lo sepultó en el cementerio de su sombra
fue borrada y no hubo una palabra que la remplazara
solo el viento
sólo oía el viento y eso que
se rompe dentro de ti
imperceptible
En el borde arde la madera
su nombre habita en fuego y hace signos
va desapareciendo
entre
la lápida
la plegaria,
la señal de congoja
Quisiera no haberse equivocado
tanto.
Biografía
Miriam Leiva Garrido
(Concepción-Chile, 1958)
Poeta, gestora cultural, mediadora de lecturas. Funda y crea, Círculo Literario de Biobío.
Encuentros Eco-Poéticos, Santuario de la naturaleza Hualpen.
Encuentro Internacional de
poesía. Pájaros errantes.
Coordinadora de los Encuentros Internacionales de poesía de Artistas
del Acero, dirigidos por el poeta Omar
Lara (hasta el año 2019)
Coordinadora de Los Encuentros internacionales y nacionales de poesía “El Rayo que no Cesa” que creo el poeta Omar
Lara (hasta el año 2019)
Actualmente a cargo del taller Literario Centro Cultural Hualpen.
Entre sus publicaciones se encuentran los poemarios: Cuadernos de
sábado. En otro tiempo y en otra parte. Elegía para José. Wabi-Sabi.
Enhebradas. Siempre dijo que sus sueños eran silencio y Territorio de pájaras.
Ha sido incluida en publicaciones como la Antología del Encuentro de
escritores del Biobío, Universidad Católica, Antología Chileno Rumana (Orizon
Literat Contemperan). Antología Mujeres al fin del mundo. Escritores en el
Zaguán. Antología Mano de Obra. Antología La Luna con Gatillo. Buenos Aires-Argentina.
Antología Jueves Sera, Antología Confinitud. Antología Oficio Cotidiano.
Antología Entre-Líneas. Libro Palabras Necesarias, Libro Colectivo Arde. Libro
virtual Una invitación un poema. Adema de distintos números de la revista
Trilce 37, 38, 39,40, Revista Verbo Desnudo, Revista Voz, Revista Chonchón.
Revista Nube Cónica, Pétalos Rebeldes Poesía Chilena Contemporánea, entre
otras.
Compiladora de veinte escritores regionales. Revista medio rural,
ediciones Universidad Católica del Maule. Ministerio de las culturas y las
artes.
Proyecto de Investigación: Mujeres escritoras del Biobío.
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