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Augusto Rodríguez Ramos (Ecuador)

La poesía de Augusto es un bosque que se enciende. Sus versos son la flor abierta que acarician la verdad. La palabra del escritor Rodríguez esta viva en el amor, en la memoria colectiva y en las historias que nos urgen olvidar. Los textos del escritor ecuatoriano van sin descanso, llevándonos hasta llegar a la casa donde habita la probabilidad. 


Los cuerpos no mueren

a Luis Armenta Malpica

 Los cuerpos no mueren.

Solo su media parte serpiente.

 

Luz que no es esfera ni paraíso.

 

Los cuerpos son mitad bosque

y mitad agua que se esconden

                      en los pezones

blancos del día.

 

Los párpados niegan

cuando un animal

sale

de su niebla azul.

 

Los cuerpos no mueren.

Solo su parte no oficial.

 

Su ojo,

su geometría,

                                su pétalo de aire.

 

El miedo pasa de nervio

en nervio

y la garganta se alborota

           cuando llega la sangre y expulsa

su otra piel

su vísceras dementes.

 

Los cuerpos no mueren.

Solo su media carne católica.

 

 

Sexo

La luz de tu sexo

es flor abierta en

un mundo de machos y hembras

que escucha lejano como se

derrama la leche

                               y la sangre.

 

La luz de tu sexo

es un bosque que se enciende

en las nubes

                      de mis piernas.

 

La luz, la luz,

la luz de tu sexo

                   es la estrella del futuro.

 

 

El escorpión

Es verdad

que la poesía habita en la llaga

en la palabra viva

                               y en el suicidio.

 

Los poetas salvaguardan su cáliz

pues conocen que las palabras blancas

son inofensivas en la sangre

pero siempre el poema

                                           es una piedra

que crece en el cerebro

         del escorpión.

 

Un pez

un río

un ojo

           aletea

 

 

La llave

La palabra es la llave.

 

La palabra es la memoria viva.

que está en el envés de las cosas.

 

La palabra es un manantial

en los ojos

 

(mira aquí la luz)

 

La palabra es el mito.

La mano. La esperanza.

 

¿Cuánta luz nos falta

                           para el amor?

 

(mira aquí la luz)

 

La palabra es la llave.

 

  

Una tumba fría

Aquí podrás apagar la luz

y dejar que el amor se muera por amor.

 

Ahora el amor será una historia pasada

y será contada

como una mentira a los niños.

 

El frío será un fantasma

que atraviese las cavernas

y los huesos de tanto

cuerpo desterrado.

 

Arderás por volver a verla. Seguro que sí.

 

Arderás por volver a tocarla

                             y sentir que su piel es la piel

de todas las mujeres del mundo

                 y que ahí y sólo ahí

             estará el amor que te corresponde.

 

Ella es la única.

 

El amor no dicho

ni pronunciado

pero sí el amor

                     que merece vivir.

 

Arderás por volver a verla

              y tal vez no la vuelvas a ver más.

 

Llorarás en su tumba destruida.

 

Biografía

Augusto Rodríguez (Guayaquil, Ecuador, 1979). Periodista, editor y catedrático. Ha publicado quince libros en varios géneros como poesía, cuento, ensayo y novela en países como España, Francia, México, Rumania, Siria, Argentina, Serbia, Estados Unidos, Chile, Cuba, Perú, Taiwán y Ecuador. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía David Ledesma Vázquez (2005), el Premio Nacional Universitario de Poesía Efraín Jara Idrovo (2005), el Premio Nacional de Cuento Joaquín Gallegos Lara (2011). Es Finalista del Premio Adonáis (2013), Finalista del Premio de Crónicas Nuevas Plumas, México (2014) y Finalista del Premio Herralde de Novela (2016). Parte de su obra poética está traducida a doce idiomas. Editor en El Quirófano Ediciones. Director del Festival Internacional de Poesía de Guayaquil Ileana Espinel Cedeño.

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