Ir al contenido principal

María Carla Picón (Venezuela)


La poesía de María Carla concita el alma bordando los deseos. La escritora Picón incendia volcanes con su verbo embriagándonos a vapor lento. En sus letras no se puede vivir intacto porque ella nos acaricia algo más que el cuerpo. En su territorio literario florecen las semillas del recogimiento que se convierten en abrigo y refugio, en fuego y alas.


Temen

los hombres temen a las mujeres profundas,

pero nos desean.

se aproximan avasallantes, como queriendo extinguirnos

o robarnos el fuego: el poder

y los misterios del universo...

 

para qué se quiere una mujer profunda si no es para hundirse en ella,

naufragarla

ahogarse en sus aguas subterráneas,

amarla desde adentro,

             despacio,

hacia afuera,

 a ritmo sostenido,

destejer su urdimbre

              descubrirla

traspasarla

[con]tenerla

 

no se ama a una mujer profunda en la superficie,

ni a medias,

no hay manera

 

no piden permiso ni esperan respuestas

alumbran sus avernos

sahúman las entrañas

bordean los contornos de la psique

derrumban murallas con la lengua

e incendian volcanes con su verbo

 

concitan el alma bordando sus deseos,

             a vapor lento

profanan,

palpitan conjuros

y nutren con sus senos

 

hogueras

caos

inviernos

 

primaveras

 

 

 

Ánfora vesevus

no,

no pretendas amarme y seguir entero

ocultarte en los laberintos del recogimiento

del silencio

volverte invierno

hacer votos

holocaustos en mis bordes

 

no,

no creas que la impronta

de mis manos puede borrarse

ni el sabor a leche tibia de mis labios

o el néctar de las frutas maduras que habitan mi cuerpo

 

no,

no se puede,

no se puede vivir intacto

embriagado a vapor lento,

no se vuelve a la muerte eterna desde mi ánfora

después de ser ungido a miel y sal

 

 

 

Insular

la curva del infinito está aquí,

en mis caderas

en ellas,

las noches de luna

 

naufragan tormentas,

buscan tierra baldía

algún espacio en el que no habite tu nombre

sin tu bandera

o tu huella

 

en los bordes insulares

la danza maremoto,

me lava

 

pero aquí, solo florecen tus semillas

y germina solo si tú riegas

 

de tu mano

las bestias salvajes se alimentan

tiemblan,

y habitan mis cavernas

 

en el centro

amurallados

mis abismos,

selva despoblada,

acantilados en los que se cobija mi fe necia,

siempre tan ciega

 

en este territorio indómito,

inhabitado

donde solo tu voz puede acampar,

veo una línea minúscula

frágil

divide el azul

 

no hay confines

solo agua

y sal

 

 

 

XCIV [de Mareas, 2023, (2da ed.), p. 108]

usted me acaricia algo más que el cuerpo,

recorre mi alma por sus veredas y montes,

se detiene y respira mis flores,

recoge mi tierra, la sopla, la esparce

se posa contemplativo sobre mis rocas

extiende su mano y acoge mis aves

se hunde en mis lagunas y fosas

corre con mis ríos

y en sus riberas, coloca barcos de papel

 

se acuesta en mis laderas cuando el sol se pone

paciente, espera la noche

la luna rosa

                  acaso una estrella fugaz que lo arrastre

                  a mi más profundo volcán

 

tú no necesitas tocarme para hacerme el amor,

tú me haces el amor desde hace mucho

cada noche, en el sueño solitario

en cada palabra que me dices y todas las que callas,

en el acantilado de tus dulces lágrimas,

al abrigo del mar de tu mirada,

al refugio de tu luminosa sonrisa

cuando te paseas por mi alma

y con tu presencia amorosa me abrazas

y me llueves

y me cantas

 

 

 

Mesurable

todo lo que cabe en una conjetura tiene el largo de mis piernas,

la hondura de mis ojos atisbando el horizonte

en forma de ave y de viento

ahogando en cantos y versos el olvido de tu nombre

grabado en mi silueta

de sabor azul mar

 

todo lo que cabe en una conjetura

tiene el tamaño inmenso de tu sonrisa triste,

de tu vacío,

del naufragio de tus ojos

de mi voz tallada a fuego sobre tus alas

una vida de agua en ausencia de mis besos

lamento encadenado a la oscura madrugada

 

              ...todo lo que cabe en una conjetura

 

todo lo que cabe en una conjetura tiene el largo y el tamaño de nuestra cobardía

de nuestra ausencia

y silencios

 

el tamaño exacto de los miedos

 

Biografía

María Carla Picón. Caracas, Venezuela (1980) es Licenciada en Letras de la Universidad Central de Venezuela, con máster en Lexicografía Hispánica de la Real Academia Española y de la Universidad de León, España y diplomada en Edición Académica e Institucional del Instituto Caro y Cuervo de Colombia.

Es escritora, poeta, profesora universitaria, investigadora y editora. Fundadora y directora de DiEditores, sello editorial independiente en República Dominicana. Docente de grado y maestría en lingüística y literatura. Como lexicógrafo, participó en el Diccionario Académico de Americanismos (2010) de la Asociación de Academias de la Lengua Española y en investigaciones asociadas al joropo, música y baile típicos de Venezuela, su país natal.

Es miembro de la Asociación Latinoamericana de Estudios del Discurso (ALED), área en la que ha investigado los últimos seis años sobre el discurso sociocultural y literario de la canción inédita del Festival de la Leyenda Vallenata (Valledupar, Colombia). En República Dominicana, país donde reside desde el 2016, colabora con proyectos literarios y culturales como CuentaRD, Mis Letras Visuales y LiteVisual. Inauguró el Taller Literario de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, sede Santo Domingo, y dictó su primera edición (2021).

Ha asistido como invitada a participar como escritora venezolana y ponente en distintas Ferias internacionales y Festivales literarios. Ha publicado en diversos medios, al igual que en su red social @de.zaguan.a.desvan. Su libro Mareas fue publicado recientemente en su segunda edición.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Karina Gálvez (Ecuador)

La poesía de Karina es aquella perla que brilla en la noche. Sus versos se convierten en caricias que maniobran a rienda suelta hasta convertirse en nuestro centro de gravedad. Su voz abraza sobre lienzo y lona, llevándonos al remanso de la fantasía donde se galopa de rosa en rosa y donde el poema se convierte en piel. Derramará ríos de prosa para llevarnos a lugares en los que nunca estuvimos, entre el alma y el deseo, llenando madrugadas hasta que el secreto se vuelva luz. Amazona Él, con su amor, me ha raptado como a Antíope raptó Teseo, y una guerra ha desatado entre mi alma y mi deseo.   En vano elevé mi pelta para huir de su mirada, pues sus ojos traspasaron cual sol entre mis pestañas.   Como Hipólita, ceñí en mi vientre un cinto lleno de magia, que él maniobra a rienda suelta en todas nuestras cabalgatas.   Y es que, igual que Belerofonte, sobre Pegaso revuela.  Sus alas, que lo hacen libre, me vuelan a una luna llena.   Talestris y Ale

Paula Andrea Pérez Reyes (Colombia)

La poesía de Paula Andrea es la llama que danza sobre las melodías de cada momento. En sus versos se ha despertado mi deseo y encuentro vida. La escritora Pérez Reyes suspira sobre sus corrientes y mantiene encendida las palabras, los gritos y las líneas de nuestros cuerpos. Me refugio en su escritura para escapar hasta llegar a otro aire, otro tiempo. Ela sobre la laguna de Estigia A Gustave Doré que sigue en la barca Ela va en la barca sobre la laguna de Estigia Ela suspira sobre sus corrientes  Y en un vaivén de venenos para prolongar el recorrido  encuentra  un alma atrapada en una esquina de la barca. La vida es una débil llama que danza las melodías de momentos  Ela es una vela que se mantiene encendida  alumbra sobre la laguna de Estigia El tintineo de las monedas hace contraste entre las moradas de la tierra y el mundo del olvido. Esta noche no viene Flegias Esta noche no nos visitará Caronte Esta noche Ela deja los cuerpos a las puertas del abismo

Andrea Suarez Núñez (Ecuador)

Con la poesía de Andrea tendremos la excusa perfecta.  En sus versos seremos la antorcha en días de campo. Suarez nos derretirá con detalles, empañará nuestros ojos imaginándonos gritos de felicidad. Sus letras tienen un mensaje para el lector: no hay que caer en un abismo por alguien. La soledad en invierno El clima nublado y las manifestaciones de mi corazón  herido y roto combinaron tan bien el día de tu partida,  que empezó a llover cuando mis ojos se empañaron.  Por un momento me sentí consolada por ello,  pero el   dolor seguía inmerso. Fue así como una noche en invierno decidió partir de la compañía de este repulsivo ser, y sin fundamentos  cuestionables, incentivándome así a pedir una entrada para el lugar menos deseado, pero más visitado, la  soledad. Hotel 321 Estoy en la última habitación de aquel hotel que  solíamos ir, imaginando nuestros gritos de felicidad  inaudita, que ahora se convirtieron en noches de  desvelos desde que t