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Tamara Mejía Molina (Ecuador)


La poesía de Tamara esta escrita con autoridad e ilusión. Los versos de la escritora Mejía revelan la fragilidad del poder, que despoja y consagra. La guayaquileña tiene la habilidad con sus letras de enderezar parajes y hacer olvidar los temores para que nadie nos arrebate los sueños. 



Deseos 

Romper,

destruir profundamente

todo cimiento de autoridad

que descarnadamente nos arrebatan los sueños,

deshilar y alcanzar esa puntada seminal

en donde germina el cáncer de nuestros errores.

 

Siniestros secuaces de la envidia y la avaricia,

ignorantes de toda consciencia, razón y honor,

Sus podios se vendrán abajo,

porque las relevaciones son

verdades gritadas en coros de muchedumbres que se juegan la vida.

 

  

 

Huérfanos

madres a quienes le han quitado parte de su vida,

soy una lagrima salada que se esconde en el dolor de un padre

soy esa ventana a donde entraron cinco balas perdidas

en una noche siniestra.

 

Somos una fogata que se alimenta de partes mutiladas

mientras un smokin bebe champagne junto a las esfinges caducas de mi ciudad,

somos una dádiva rifada cada cuatro años

¿después?

un estorbo,

inútil

un bulto inmenso que nadie quiere cargar.

 

Somos los negros que jamás vemos en un after office

que usamos como eufemismo de esclavitud

para quejarnos de un trabajo mal pagado.

 

Fuimos la ilusión que alguna vez habitó

un cuerpo mal nutrido

mientras las figurillas de porcelana

se subían a un pedestal

desentendidos, encandilados

mientras los otros,

esos

los rotos

podían tirar el pedestal abajo.

 

Es frágil el poder,

 como la historia.

Barrer trizas de porcelana,

como deber innegable para el cambio

porque el podio está hecho de lágrimas, dolor y pobreza

y nada es más inestable que un corazón roto en una noche siniestra. 

 

 

Montando caballos

Es probable que donde todos hayan sembrado sensatez y juicio digno

yo haya acumulado errores y huesos roídos.

 

Siempre he sabido que para montar un caballo

existen cientos de formas,

pero todas estas me lastiman

por eso evito hacerlo en años bisiestos,

acariciarlos es como sentenciar una tormenta eléctrica

inevitable y furiosa.

 

Ser una bestia montada se asemeja a ser una concha abierta y devorada por unas mandíbulas rotas,

quiero ser una yegua marrón

aquellas que suben colinas empinadas y paren en el gélido páramo

ser una yegua marrón

debe ser como vivir siendo llaga encendida.

 

Siempre he sabido que, para montar un caballo,

existen cientos de formas,

pero todas estas me lastiman.

 


Baño de Ruda

Gotas minúsculas

pero si las junto me baño en una laguna

ocio poco corriente

que despoja y consagra.

 

Hiervo ruda en medio de un desvelo

amarga y fragante

para enjuagar mis fracasos

para olvidar los temores.

 

Hiervo ruda en medio de un desvelo

ofrecimiento para cambiarme la suerte

agua caliente para lavar las desgracias,

enderezar parajes

desinflamar la soberbia.

 

Hiervo ruda en medio de un desvelo

y pido

permanecer,

mientras

renuncio lentamente

a quién era.

 

 

Biografía

Tamara Mejía Molina (Guayaquil, 1987) Ganadora Premio Nacional de Poesía Ileana Espinel Cedeño 2022, profesora de Literatura, Poeta y Crítica de Arte. Magister en crítica y difusión del Arte, Especialista en redacción de textos críticos por la Universidad Nacional de las Artes de Buenos Aires.

Entre sus publicaciones están el poemario “Esto soy yo, Marakaramazov” (2016), el estudio crítico “Historia Esculpida de Manuel Velasteguí, 50 años de Nuevos Comienzos” (2019) y el poemario “Últimos días de una herida” (2020). Sus poemas aparecen en la Antología “Madness: An Anthology of World Poetry” en Nepal, RedPanda Books y en  “Bitacora del encierro” en México.

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